DECÁLOGO PARA FORMAR DELINCUENTES
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Comience desde la infancia a darle al niño todo lo que pida; así creará que el mundo se lo debe todo.
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Cuando diga malas palabras, celébreselo; eso lo hará pensar que es muy gracioso.
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Nunca le dé enseñanzas espirituales, espere a que cumpla los 21 años, y que entonces él decida con su libre albedrío.
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Recoja todo lo que deje tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes…; no le permita valerse por sí mismo; así se acostumbrará a echarle la culpa a los demás.
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Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño; así no se impresionará demasiado el día que se deshaga el hogar.
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Dele al niño todo el dinero que él pida para sus gastos; nunca permita que se lo gane por sí mismo. ¿Por qué dejar que pase los trabajos que nosotros pasamos?
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Satisfaga sus caprichos en lo relacionado con comidas, bebidas y comodidades (la privación le puede causar frustración).
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Apóyelo en cualquier discusión que tenga con los vecinos, maestros, policías o cualquier otro; explíquele que es que todos le tienen envidia.
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Dígale que no acepte reglas impuestas por ninguna autoridad; enséñele que lo que hace es malo o bueno, de acuerdo con su propio criterio personal.
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Enumérele sus derechos, pero no sus deberes. Recuérdele que la libertad es hacer todo lo que uno quiere: que el hombre libre no tiene límites.
Anónimo