Abortar ya no es un derecho en Estados Unidos

50 años permaneció en Estados Unidos y en muchas partes del Mundo el criterio de que el aborto es un derecho de la mujer. Así titulan las noticias el hecho:

«Millones de mujeres en los EE. UU. perderán el derecho constitucional al aborto, después de que la Corte Suprema anuló la decisión Roe v Wade, de hace 50 años.»

Efectivamente, la genética ha demostrado que el nuevo ser humano que se produce tras la fecundación tiene en su interior un código genético propio, distinto al de la madre y al del padre; además, si las condiciones que lo rodean le son favorables (como suele ocurrir), ya es capaz de crecer y desarrollarse según ese código: allí está escrito el color de los ojos y del cabello, sus huellas digitales, la propensión a algunas enfermedades, el tamaño de los huesos y millones de características más, como lo ha demostrado la ciencia de la embriología.

Es, por tanto, un ser humano, un individuo de nuestra especie y, por consiguiente, sujeto a los derechos de cualquiera otro. Y, como es vulnerable e indefenso —como los ancianos, los niños, los enfermos, los débiles—, deberían ser mayormente protegidos su derechos, dentro de los que sobresale el derecho a la vida, que es precisamente el que se violó durante estos 50 años en Estados Unidos.

Efectivamente, si la mujer tiene derecho sobre su cuerpo, no lo tiene sobre el cuerpo de otro ser humano, que vive dentro de ella. Al contrario, debería protegerlo y ayudarlo con todos los medios posibles, para que se lo trate con el mismo o mayor respeto que a otros seres humanos, que no son tan vulnerables ni débiles.

Según una investigación de Planned Parenthood, una organización de atención  médica que brinda servicios de aborto, después del fallo de la Corte Suprema, se espera que se corte el acceso al aborto a unas 36 millones de mujeres en edad reproductiva. Debemos preguntarnos: ¿Cuántos homicidios se realizaron durante estos 50 años bajo el amparo de la decisión Roe v Wade?