Saber vivir

Archive for January, 2021

La genitalidad

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on January 9, 2021

Tanto por la microbiología como por la fisiología e incluso por la anatomía, se sabe que los órganos genitales tienen como finalidad la procreación: en los testículos se producen los espermatozoides y en los ovarios, los óvulos. Sin estos dos gametos es imposible generar una nueva vida.

De hecho, la palabra “genital” proviene del latín “generare” que significa “generar”; y se refiere precisamente a la generación de una nueva vida: a la procreación.

Además, todo el proceso fisiológico prepara a estos órganos para la generación de una nueva vida: dentro del líquido seminal, producto de la próstata y de la vesícula seminal, millones de espermatozoides se expelen a la entrada del cuello uterino; los espermatozoides se mueven vertiginosamente y, si está presente el óvulo, son atraídos por la membrana, hasta que, finalmente, uno solo logra penetrarla, para conjugar en el interior de la célula sus 23 cromosomas con los 23 del óvulo, creando así un código genético único, diferente al del padre y al de la madre.

Asimismo, en el organismo de la mujer, específicamente en los ovarios, madura aproximadamente cada mes un óvulo que sale a la trompa de Falopio, y espera allí el posible encuentro con los espermatozoides. Mientras tanto, las paredes internas del útero (el endometrio) se hinchan: sus vasos sanguíneos se llenan de sangre y se dilatan, esperando la posible anidación del óvulo fecundado, para nutrirlo durante los nueve meses subsecuentes. Si la concepción no se lleva a cabo, por un mecanismo hormonal, se produce la menstruación, como un modo de eliminar toda esa preparación que el endometrio hizo para la posible anidación.

Como se deduce fácilmente, todo, en ambos organismos -el masculino y el femenino-, se prepara exclusivamente, específicamente, para la generación de una nueva vida.

A todos estos conocimientos, tanto macro y microanatómicos como fisiológicos, debe adicionarse el conocimiento de que todos los órganos están al servicio del organismo al que pertenecen, a excepción de los órganos genitales, cuya finalidad no es prestar un servicio al organismo al que pertenecen, valga la redundancia, sino que están destinados a la procreación.

Es por todo lo anterior que la ciencia médica nos ha enseñado siempre que la finalidad de los actos genitales es la procreación. El hecho de que no siempre se produzca la fecundación no niega ese principio: todo -anatomía, fisiología, microbiología- está destinado a producir la procreación.

Se sabe que un espermatozoide vive en promedio unas 24 horas, mientras que el óvulo permanece vivo y susceptible de fecundación unas 72; tienen que coincidir, pues, los dos gametos en el periodo de vida fértil que poseen para que se produzca la fecundación: si se encuentran durante esos cuatro días, habrá más chance de que ocurra. Y está dispuesto así por la naturaleza, con el fin de espaciar los embarazos durante la vida fértil de una mujer, que va desde cerca de los 11 ó 13 años hasta antes de los 50.

En consecuencia, se puede afirmar que la cópula sexual tiene como finalidad la procreación, aunque no siempre ocurra. Es por esto que quienes no quieren violentar la esencia misma de la naturaleza humana -porque saben que siguiendo sus propias leyes, respetándola, se realizan más plenamente-, afirman que toda cópula sexual humana debe estar abierta a la vida.

Evidentemente, no se puede dejar de lado una faceta secundaria de la cópula sexual: el producir una compenetración mayor en la pareja, por la entrega mutua que se da en ellos en la intimidad del amor auténtico. Pero esta expresión de la entrega mutua es, precisamente, la que desea ardientemente que se produzca un fruto evidente, tangible, de ese amor mutuo: el hijo. Es por esto que siempre se ha afirmado que un hijo es la expresión más evidente del amor que hay entre sus padres.

Todo lo que se acaba de exponer es producto del conocimiento científico del ser humano; por tanto es de competencia de la antropología (de las ciencias médica y psicológica y hasta de la filosofía), pero no, como algunos han afirmado, de la teología, cuyo objeto no es el hombre, sino Dios.

Por tanto, el tener relaciones genitales cercenando su principal finalidad -la procreación- no es un acto humano; al menos no lo es totalmente. Y si esas relaciones se tienen exclusivamente para producirse mutuamente placer, rayan en lo animal, puesto que los animales se guían por el instinto del placer, mientras que los humanos usan no solamente la razón sino que tienen la capacidad de trascender la experiencia carnal y ver en ello, como se dijo anteriormente, la expresión más sublime del amor humano auténtico: una entrega mutua, total, sin condiciones y hasta la muerte.

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Discutir con adultos

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on January 6, 2021

“Todo lo que diga podrá ser usado en su contra”, le dicen a quien detienen acusado de un crimen.

-Los inmaduros usan esa estrategia al discutir.

 

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No siempre es bueno discutir

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on January 5, 2021

Cuando alguien hace alusiones personales a quien discute con él, es porque ya no tiene argumentos. Además, eso muestra que su nivel moral no es suficiente para sacar provecho de esa discusión.

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Entender a los demás

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on January 5, 2021

Mirar únicamente desde nuestra perspectiva

no nos deja crecer:

nos paraliza.

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Más humanos

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on January 3, 2021

-¿No es verdad que a veces te angustias, tienes estrés?…
-Eso mismo le pasa a los demás, incluso a esa persona que te trata mal; quizás es por eso mismo que lo hace: sus heridas la llevan a pensar mal, hablar mal, actuar mal…
-El día que los comprendas serás más humano, tanto más cuanto más practiques estas virtudes con ellos: paciencia, mansedumbre, benignidad, clemencia, compasión, misericordia, bondad.
Pero no olvides que también debes ayudarlos a mejorar, unas veces aconsejándolos, y otras, corrigiéndolos: alejándote afectivamente de ellos, para que se den cuenta de que están actuando mal.

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