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Sida: ¿El uso del condón lo previene realmente?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on January 16, 2012

Las palabras del descubridor del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida y presidente de la Fundación Mundial de Investigación y Prevención del sida, Luc Montagner, en el marco del seminario “El niño y el futuro de la sociedad”, acerca de los tres métodos para la prevención del sida: 1. La fidelidad conyugal, 2. la abstinencia sexual de los solteros y 3. el uso del preservativo, hacen pensar que las políticas gubernamentales, en el mundo, quieren olvidar los dos primeros puntos, ya que, sistemáticamente erigen al preservativo como la panacea de la prevención del sida:

-“Si decides tener relaciones sexuales, usa siempre condón.”

Llama la atención que en el Centro de Enfermedades de Atlanta se expresaron en ese sentido diciendo que el preservativo “puede reducir, pero no eliminar el riesgo” (Morbidity and Mortality Weekly Report, 1987). Además, expertos suizos, como los doctores Scheriner y April, en 1990, se refieren al tema diciendo: “no hay pruebas rigurosas de que [el preservativo] sea eficaz […] es una peligrosa ilusión”.

Aunado a estos aspectos, ha de tenerse en cuenta la información recopilada por el Dr. Aquilino Polaino–Lorente, catedrático de medicina, quien, en la edición de Julio–Septiembre de 1992 de la revista española Atlántida, afirma que los preservativos, como anticonceptivos, tienen un fracaso que oscila entre el 5% y el 20%. Entre sus diversas causas se ha establecido que el tamaño del espermatozoide representa  un papel muy importante, ya que puede atravesar los poros del condón de látex. El Dr. Sgreccia, en sus Actas de la IV Conferencia Internacional sobre SIDA, llama la atención sobre el hecho de que la partícula del VIH es 500 veces menor que el espermatozoide, lo cual hace más fácil su filtración y aumenta el porcentaje de transmisión.

Esto sucede porque en las relaciones sexuales el trauma sobre las mucosas es muy grande: después de cada acto sexual, en la mucosa del pene y en la de la vagina se presentan múltiples erosiones o excoriaciones, producto del fuerte roce o trauma normal, facilitando así el ingreso del virus al torrente circulatorio y, por lo tanto, de adquirir la infección. Si se considera que las mucosas del ano y del recto están totalmente exentas de un moco capaz de lubricar, tal como lo hace la vagina en el coito, se deducirá que el porcentaje de excoriaciones es mucho mayor en las relaciones homosexuales entre hombres, o en las de pareja, cuando la relación es anal. Completamente desatinado es creer que aquellos condones que tienen glicerina van a suplir en su función lubricante a la vagina, pues ésta lo hace durante todo el coito, mientras que la glicerina está destinada a lograr únicamente más facilidad de penetración al inicio de la relación.

Para erradicar el sida o, por lo menos, para disminuir el número de infecciones y de enfermos la clave está en modificar esos comportamientos y no tanto en marginar -injusta y estúpidamente- a los grupos en que es mayor la probabilidad de que aparezca la enfermedad: homosexualidad o relaciones sexuales entre personas del mismo sexo (43% de los afectados), promiscuidad heterosexual o relaciones sexuales con diferentes personas del sexo opuesto (28%), bisexualidad o relaciones sexuales con seres del otro y del mismo sexo (22%). (Sólo el 0,8% de los casos están asociados a transfusiones sanguíneas y otros contagios a través de instrumentos). Por eso, “La Organización Mundial de la Salud quiere que se sepa que sólo la abstinencia sexual o la absoluta fidelidad eliminan el riesgo de infección” (EB 89). (R 19, del 28 de enero de 1992.)

Se están creando ilusiones vanas y falsas en un “sexo seguro” y se está estimulando la promiscuidad sexual de jóvenes que, incautos, están observando por la televisión, y otros medios de comunicación, propagandas para promover el uso del condón, con lo cual, reciben la verdad incompleta —y peligrosa—, violándose así el legítimo derecho del ciudadano a saber la verdad sin recortes, principalmente cuanto se refiere a su salud.

Por otra parte, el derecho que tienen los padres de educar a sus hijos dentro de sus principios está siendo truncado, pues nadie puede negar la influencia de  propagandas de televisión, máxime si tienen el aval de los ministerios de salud, vista y oída por niños y adolescentes en proceso de maduración; de hecho, muchos de esos padres pueden considerar que esa información no está encaminada a enriquecer su dignidad como hombres.

Y también en el ámbito de los derechos de los ciudadanos, ha de pensarse en el orden social y en la salud pública. La “seguridad” que dicen ofrecer los preservativos disparará la actividad sexual de homosexuales, de heterosexuales y de bisexuales a niveles donde el porcentaje de infección -obviamente- crecerá proporcionalmente: no es lo mismo el porcentaje de sida de un número bajo de relaciones sexuales que el de uno alto que provenga, especialmente, de la promiscuidad.

El incremento de esas conductas arriesgadas irá -paradójicamente- en contra de la finalidad de toda política gubernamental que pretenda disminuir la incidencia de la infección.

Esa es la explicación para que de los 800 sexólogos presentes en el Congreso Mundial de Sexología, que tuvo lugar recientemente en Heidelberg, Alemania, ni un solo experto contestó afirmativamente cuando se les preguntó si tendrían relaciones sexuales con algún enfermo de sida o con un VIH positivo, utilizando un preservativo.

 

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