Por el Dr. Luis E. Ráez
En los últimos meses Estados Unidos y algunos países europeos han sido escenario de fuertes debates en torno a los posibles usos
de las células estaminales (stem cells, en inglés). Luego de diversos descubrimientos en este campo, numerosos científicos piensan
que estas células, extraídas de embriones humanos, podrían ser utilizadas para el tratamiento de enfermedades hasta ahora incurables
–como la demencia de Alzheimer, el Parkinson, la parálisis de médula espinal, infartos de miocardio, diabetes mellitus, entre
otras. Prominentes figuras políticas, actores famosos y corporaciones farmacéuticas han iniciado una campaña de presión para la
aprobación de leyes que permitan y promuevan este tipo de investigaciones, buscando al mismo tiempo que sean financiadas con
fondos gubernamentales (especialmente en Estados Unidos) a fin de darles mayor importancia y garantizar una mayor eficacia.
La extracción de células estaminales, sin embargo, origina la muerte inmediata y la destrucción del embrión humano. El hecho de
engendrar embriones para este fin, por tanto, constituye un grave atentado contra la dignidad de la persona humana. En el presente
artículo nos proponemos revisar brevemente algunos aspectos científicos y éticos de estas investigaciones, y otros relacionados con
las discusiones políticas que vienen teniendo lugar en Estados Unidos y Europa.
1. Células estaminales
Para situarnos mejor ante el problema es oportuno comprender qué son exactamente las células estaminales.
Como es sabido, en el proceso de concepción o fecundación, el ovocito o célula materna se une al espermatozoide en las trompas de
Falopio de la mujer, constituyendo un nuevo ser humano llamado, en este estadio, cigoto. En esta etapa el cigoto tiene ya toda la
información genética necesaria para que el nuevo ser se desarrolle y crezca tanto en los siguientes nueve meses dentro del útero
materno como durante el resto de su vida. En las horas que siguen a la fecundación, el cigoto empieza a dividirse para formar el
embrión. En las primeras 30 horas se divide en cuatro células “totipotentes”, llamadas así porque, de separarse las mismas, cada una
de ellas podría originar un nuevo ser. Éste es uno de los principales puntos de debate en relación a la clonación, ya que el uso de
células “totipotentes” es una de las dos posibles técnicas que, de aprobarse, se usaría para clonar seres humanos como potenciales
fuentes de células estaminales para la experimentación.
Luego de cuatro días, el nuevo ser humano tiene doce células y se le conoce como mórula. La mórula se dirige de la trompa de Falopio
(donde se dio la fecundación) al útero de la madre, donde se implanta, y recibe el nombre de blastocisto. Ahí permanecerá por los
próximos nueve meses, hasta su nacimiento. El blastocisto genera dos capas de células: la capa interna o embrioblasto, que forma el
embrión humano; y la capa externa o trofoblasto, que forma la placenta. A este nivel tenemos que el embrioblasto está formado por un
grupo de células denominadas “estaminales” (stem cells), que son células “pluripotenciales” o células “madre”. Esto significa que, si
bien cada una independientemente no puede generar un individuo completo –como las células “totipotenciales” anteriormente mencionadas–
sí tienen dos características fundamentales y únicas que otras células del cuerpo no poseen: 1) la capacidad de reproducirse
constantemente, y 2) la capacidad de “diferenciarse”, es decir de transformarse en una célula especializada del cuerpo humano (1).
Las células estaminales tienen la capacidad de generar los 220 tejidos y órganos que componen el cuerpo humano.
La investigación en células estaminales de animales se ha venido dando desde hace muchos años con algunos éxitos. Se ha logrado, por
ejemplo, que estas células se reproduzcan en el laboratorio y generen otras células más especializadas. Por citar un caso, se ha conseguido
producir tejido cardíaco.
La actual controversia surgió cuando se logró aislar las primeras células estaminales de embriones humanos. Algunos grupos privados de
científicos se sumaron a dichas iniciativas y comenzaron a experimentar con células extraídas de embriones producidos específicamente
para este fin mediante la fertilizacion in vitro (2). Estos grupos ya han logrado hacerlas crecer en el laboratorio y en algunas ocasiones han
conseguido también que se multipliquen. Una técnica usual utilizada en dichos ensayos consiste en extraer las células estaminales del
embrión y colocarlas en “cultivos celulares” con fibroblastos (células del tejido conectivo) de ratón, donde las células estaminales se reproducen
constantemente, convirtiéndose así en una fuente de recursos para la experimentación. El proceso es aún imperfecto, por lo que se
requiere constantes pruebas con nuevos embriones. Muchos de los “cultivos celulares” no llegan a tener éxito o son destruidos por factores
externos, como por ejemplo la contaminación bacteriana. Por otro lado, es preciso subrayar que al extraerse las células estaminales del
embrión humano éste muere inmediata e inevitablemente, pues en esta etapa de su vida está formado solamente de células estaminales en
su capa interna y de las células que formarán la placenta en su capa externa. Es preciso subrayar también que el embrión humano clonado
o producto de la fecundación in vitro o de cualquier otra técnica es un ser humano sujeto de todos los derechos al igual que los demás, a
pesar de que el método por el cual vino al mundo es gravemente inmoral.
2. Ventajas de la investigación en células estaminales
Usualmente, durante el desarrollo del individuo, las células estaminales embrionarias se diferencian, como señalamos arriba, en las diversas
células que formarán los distintos tejidos de la persona. Este proceso, sin embargo, se piensa que es irreversible, especialmente
cuando se trata de las células de los órganos más importantes, como el cerebro, el corazón, los músculos, que son las células con funciones
más “especializadas” en el cuerpo humano. Así pues, las enfermedades que atacan o dañan irreversiblemente estos órganos no pueden
ser curadas (como la demencia) o dejan secuelas para siempre (como la diabetes o los infartos de miocardio), a menos que consigamos
que las células dañadas sean reemplazadas o reparadas.
Lo que más esperanza da en el campo médico es que la investigación con células estaminales consiga que las mismas puedan ser
forzadas a diferenciarse en el laboratorio, obteniendo así los tejidos que se requieren para curar o aliviar dichas enfermedades. Ya se ha
logrado que en ciertos casos células estaminales se diferencien en células de la médula espinal o neuronas cerebrales, abriendo así la
posibilidad de reemplazar las neuronas de un adulto dañadas por la demencia de Alzheimer o el Parkinson, recuperando de esta manera a
enfermos que actualmente se consideran inválidos o discapacitados de por vida y cuya situación continuaría empeorando hasta el momento
de su muerte (3). Por otro lado, científicos de la Universidad Johns Hopkins han conseguido que ratones con enfermedades degenerativas
nerviosas de la médula espinal recuperen cierto movimiento al implantarles dichas células estaminales (4) . Otros grupos de científicos,
basados en experimentos que sugieren la posibilidad de diferenciar las células estaminales en células del tejido cardíaco, trabajan con la
esperanza de producir a corto plazo el tejido que reemplace la porción del corazón humano adulto que muere cuando la persona sufre de un
infarto de miocardio (5). También se podrían formar nuevas células del páncreas e introducirlas en un paciente con diabetes, enfermedad
originada precisamente por el daño irreversible de las células pancreáticas, curándolo parcial o totalmente (6). Lamentablemente estas
enfermedades son bastante comunes, con millones de enfermos en todo el mundo.
Los ejemplos anteriormente mencionados son sólo algunos de los posibles “usos” de las células estaminales. Pero la propaganda periodística
y las esperanzas de los pacientes y sus familiares hace crecer la lista de enfermedades que podrían ser erradicadas o mejor
controladas, generando en muchos casos falsas expectativas. Algunos grupos privados en Estados Unidos, como la Geron Corporation,
afirman que ya han sido capaces de lograr la diferenciación de las células estaminales en más de 110 de los 220 tejidos que constituyen el
cuerpo humano. Que esto sea cierto y posible no quiere decir, sin embargo, que tengamos ya la tecnología apropiada para aplicarla en
seres humanos, como se espera. De hacer crecer una célula en una probeta de laboratorio a esperar que reemplace a una neurona del
cerebro y que revierta una enfermedad incurable, todo ello sin ningún daño al paciente, hay muchos pasos por recorrer. Queda claro que la
posibilidad de que se usen estas células y los productos derivados de ellas en forma terapéutica, con las potencialidades de comercialización
en el futuro, es lo que más atrae el interés de las corporaciones privadas.
Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) publicaron en julio del 2002 un informe favorable al uso
de fondos gubernamentales para incrementar la investigación en células estaminales con argumentos como los anteriormente expuestos
(7). La prensa estadounidense, motivada por grupos de interés, inició una campaña muy agresiva en la que prácticamente aseguraba a los
pacientes y familiares que las investigaciones con células estaminales serían la solución a cientos de enfermedades, la mayoría de ellas
actualmente incurables. Artistas de cine muy conocidos como Christopher Reeve –quien sufre de parálisis en las extremidades por una
lesión irreversible en la médula espinal– y Michael Fox –quien padece de Parkinson– entre otros, han ayudado significativamente a propagar
esta idea, motivados por la esperanza que ellos mismos tienen al respecto.
La falta de información acerca del tema llevó incluso a que, por ejemplo, algunos conocidos políticos provida estadounidenses como los
senadores Orrin Hatch y Tommy Thompson (el actual Secretario de Salud del gobierno del presidente Bush) apoyasen estas iniciativas.
Lamentablemente, esa falta de información llevó también a que, según encuestas de opinión realizadas en Estados Unidos en julio de ese
año, cerca del 57% de los que se oponen al aborto y el 70% de los que se declaran católicos apoyen la investigacion en células estaminales
por las bondades reales o ficticias que prometen, sin tener una idea clara de las consecuencias que esta opción trae para la vida y dignidad
del embrión humano que va a ser destruido.
3. Obtención de células estaminales para la investigación médica
El hecho de destruir embriones humanos para obtener células estaminales felizmente todavía genera dudas entre los que tienden a estar a
favor de tal medida. En Estados Unidos, por esta razón, algunos científicos y políticos propusieron que no se permitiera la producción “en
cadena” de embriones en el laboratorio con el exclusivo fin de promover esta investigación, pero sí, lamentablemente que se usen cerca de
100,000 embriones humanos que se encuentran actualmente congelados en clínicas de fertilización in vitro.
Como sabemos, hay parejas no fértiles que, en un afán quizá desesperado por concebir, recurren a técnicas de fertilización in vitro. Éstas
consisten básicamente en producir la fertilización (unión del espermatozoide con el óvulo materno) en el laboratorio y luego implantar el
embrión en la madre. Como el proceso no es 100% efectivo, se prefiere generar entre seis y diez embriones. Si alguno de los primeros se
implanta exitosamente en el útero materno y se desarrolla finalmente en un bebé, los embriones “sobrantes” son entonces descartados o
congelados para algún uso futuro. No han faltado quienes, con una aproximación netamente utilitarista, han propuesto usar estos embriones
como fuente de células estaminales, puesto que “de todas maneras serán destruidos”. Ya durante el gobierno del presidente Clinton se
intentó usar estos embriones en Estados Unidos para experimentación humana con el mismo raciocinio, medida que felizmente no llegó a
encontrar un respaldo legislativo.
Lamentablemente, una alternativa como la extracción de estas células estaminales de bebés espontáneamente abortados, no es posible,
aun cuando el bebé conserva todavía un buen número de células estaminales en la sangre del cordón umbilical y otros órganos. Ello se debe
principalmente a que estas situaciones, que no son muy numerosas, son impredecibles. Además, a veces el bebé permanece en el útero
muerto varias horas antes de ser espontáneamente abortado, lo que lleva al deterioro de las células estaminales. La obtención de células
estaminales de abortos provocados, en cambio, genera serios problemas éticos, pues al igual que la destrucción de embriones humanos,
se estaría comercializando con los restos de víctimas de un acto inmoral o, incluso, incentivando el homicidio de seres humanos con este fin.
Por tanto, éstas no pueden considerarse opciones para la obtención de células estaminales embrionarias.
4. Riesgos morales de la investigación en células estaminales
Los riesgos son numerosos y no es posible predecirlos con cierta precisión, pues todavía no conocemos qué usos predominarán en la
manipulación de células estaminales, ni los posibles descubrimientos científicos que en el camino puedan surgir, ni el cauce por el que
discurrirá la comercialización que de todo ello derive. Más allá de las posibilidades que se presenten en el futuro, por lo menos detectamos
hoy tres problemas morales importantes:
4.1. Desconocer al embrión como ser humano y negarle el derecho a la vida
Como hemos visto, un buen número de científicos justifica la producción y destrucción de embriones humanos para obtención de células
estaminales. Algunos de sus argumentos ya han sido descritos, en los que queda clara una mentalidad utilitarista que a la vez relativiza y
reduce el valor de la persona humana que es el embrión. Así, no vacilan en sacrificarla con el propósito –alcanzable real o hipotéticamente-
– de investigar para obtener la cura de ciertas enfermedades.
Otros científicos justifican su forma de pensar y actuar afirmando que no consideran al embrión un ser humano. Al respecto, ciertos grupos
de interés han intentado, lastimosamente muchas veces con éxito, trastocar la definición del inicio de la vida humana. Así, han procurado
desconocer la concepción o fecundación como el momento en que se inicia la vida –de lo que no se había dudado durante décadas en la
comunidad científica, al menos no antes del inicio del proceso de legalización del aborto–, sosteniendo más bien que se inicia recién
cuando se da la implantación del bebé en el útero materno, lo que ocurre alrededor del séptimo día de vida. Por ello, argumentan que no hay
ningún problema ético en el hecho de producir embriones en el laboratorio y experimentar con ellos o extraerles las células estaminales
antes de implantarlos, puesto que “no serían todavía seres humanos”. Se busca justificar esta errada concepción argumentando que no
todos los embriones que intentan implantarse sobreviven. A veces hasta el 30% de ellos son espontáneamente abortados por un proceso
natural, como puede ocurrir también en cualquier momento del embarazo o incluso después, ya que nunca el 100% de todos los recién
nacidos sobreviven. Estos grupos de interés obtienen de esta manera la “libertad” de manipular al embrión y justificar de paso el uso de
métodos abortivos –como los dispositivos intrauterinos (DIU) o, más recientemente, la píldora RU-486 o la “píldora del día siguiente” y las
demás píldoras anticonceptivas– que impiden la implantación del bebé. Si el embrión no es considerado ser humano porque –se dice– no
necesariamente sobrevivirá, cabe preguntarse: ¿Puede algún recién nacido considerarse capaz de sobrevivir por sí mismo, sin el cuidado
de sus padres? Y, más aún, ¿no es la posibilidad de la muerte una realidad para todo ser humano y característica ineludible de la vida como
la conocemos en este peregrinar terreno?
Como señalábamos anteriormente, los médicos y científicos, hasta antes de que el aborto entrara en debate en Estados Unidos y en el resto
del mundo, teníamos una convicción unánime acerca del momento en que se inicia la vida gracias a los descubrimientos de la ciencia
moderna.
La declaración de la Academia Pontificia para la Vida sobre la producción y uso científico y terapéutico de las células estaminales embrionarias
humanas defiende claramente la integridad y la vida del embrión humano que corre el riesgo de ser destruido: “La ablación –recolección y
destrucción– de la masa celular interna (ICM) del blastocisto, que lesiona grave e irreparablemente el embrión humano, truncando su desarrollo,
es un acto gravemente inmoral y, por consiguiente, gravemente ilícito. Ningún fin considerado bueno, como la utilización de las células
estaminales que podrían obtenerse para la preparación de otras células diferenciadas con vistas a procedimientos terapéuticos de grandes
expectativas, puede justificar esa intervención. Un fin bueno no hace buena una acción en sí misma mala” (11).
4.2. Promoción de la clonación de embriones humanos para obtención de células estaminales
No se puede discutir el proceso de obtención y comercialización de embriones humanos sin tocar el tema de la clonación. De difundirse la
producción “en cadena” de embriones humanos para la obtención de células estaminales se pasaría a considerar la clonación como la
herramienta más eficaz para este fin. Como explicamos al inicio de este trabajo, de los primeros estadios del embrión humano (cuatro
células “totipotenciales”) podríamos obtener hasta cuatro seres humanos semejantes dividiendo artificialmente dichas células o usando la
otra técnica de clonación que consiste en unir el núcleo de una célula adulta con un ovocito o célula materna a la que se le ha sacado su
propio núcleo, formando así artificialmente un nuevo ser que tiene todas las propiedades para desarrollarse en un embrión humano (como en
el caso de la “oveja Dolly”). Se garantizaría de esta manera “la producción en cadena” y la obtención de la cantidad adecuada de embriones
humanos para satisfacer la oferta y la demanda que estos experimentos requerirían sin necesidad de estar buscando mujeres “donantes” de
óvulos. Sobre este punto del debate, por ejemplo, el Congreso estadounidense votó recientemente a favor de una ley que impide los
procesos de clonación con cualquier fin. Por otro lado, ya el Parlamento Europeo, a pesar de ser bastante liberal, en su resolución del 12
de marzo de 1997 se había pronunciado diciendo que el uso de la clonación para la obtención de embriones humanos va contra los
principios de igualdad y dignidad de los seres humanos.
Pero el debate está aún abierto y, a menos que seamos enfáticos y firmes en la defensa de la vida del embrión, es de presumir que, con
diversas excusas y falaces explicaciones, se seguirá tratando de destruirlo. En agosto del 2001, por ejemplo, tres científicos estadounidenses
e italianos con credenciales bastante cuestionables por su falta de consistencia y poco reconocida trayectoria científica, amenazaron
en Washington, durante una conferencia supuestamente organizada para discutir aspectos científicos de la clonación, con empezar a
clonar seres humanos –por su cuenta y riesgo– en alguna isla del Caribe o del Mediterráneo donde no hubiera restricciones gubernamentales.
Arguyeron, entre otras razones, la voluntad de “avanzar” con la investigación en células estaminales. Incluso el científico escocés que
ayudó a la clonación de la primera “oveja Dolly” calificó estos comentarios de anti-científicos. Según señaló, debido a que actualmente no
existe una adecuada tecnología para la clonación, él había realizado 288 intentos antes de tener éxito con “Dolly”. De hacerse estos
experimentos en seres humanos, algo similar podría ser el número de vidas de embriones que se perderían antes de conseguir una
clonación exitosa. Cuando hablamos de “exitosa” nos referimos a un embrión concebido en el laboratorio que se desarrolle y crezca hasta
su nacimiento o adultez, no como el “fiasco científico” anunciado por la compañía “Advance Cell Tecnology, Inc.”, de Massachusetts, que,
con el fin de presionar al gobierno estadounidense, informó en noviembre del 2001 de la “primera clonación exitosa” de un ser humano
(12). Lo que en realidad se limitaron a hacer fue tratar de concebir ocho embriones humanos uniendo óvulos con núcleos de células
maduras, pero sólo pudieron concebir dos, que murieron luego de llegar uno de ellos a desarrollarse hasta el estadio de seis células.
Ninguna organización científica seria aceptó dichos resultados y el consenso fue calificar el experimento como un fracaso y un intento de
ganar publicidad. No hay duda de que, así como esta compañía, otros grupos no vacilarán, con mentiras o medias verdades, en continuar
con su campaña de promoción de la producción “industrial” de embriones humanos y clonación.
Todos los errores mencionados hasta ahora no se comparan con los graves problemas morales que la clonación humana en sí misma
supone, no sólo por la lógica de “producción industrial” ya mencionada, sino también por la instrumentalización de la mujer que se convierte
simplemente en “prestadora” o “proveedora” de óvulos; por la perversión de las relaciones naturales de paternidad, maternidad, filiación y
consanguinidad, ya que, por ejemplo, no existe una verdadera madre o un verdadero padre del embrión concebido para una tercera
persona sin intervención paterna, entre otras aberraciones. También es moralmente grave el hecho de que el “productor”, el “vendedor” o
el “comprador” de los embriones disponga sobre la vida de un ser humano, sin respetar su dignidad. No ha de olvidarse, además, que la
procreación debe ocurrir dentro del matrimonio y como resultado de la unión amorosa del esposo y la esposa, y no por la manipulación
indiscriminada en el laboratorio con métodos de experimentación en seres humanos. De lo contrario se estaría violando la dignidad del
hombre y del matrimonio: “Solamente el respeto de la conexión existente entre los significados del acto conyugal y el respeto de la unidad
del ser humano, consiente una procreación conforme con la dignidad de la persona… La persona humana ha de ser acogida en el gesto de
unión y de amor de sus padres; la generación de un hijo ha de ser por eso el fruto de la donación recíproca realizada en el acto conyugal,
en el que los esposos cooperan como servidores, y no como dueños, en la obra del Amor Creador. El origen de una persona humana es en
realidad el resultado de una donación. La persona concebida deberá ser el fruto del amor de sus padres. No puede ser querida ni concebida
como el producto de una intervención de técnicas médicas y biológicas: esto equivaldría a reducirlo a ser objeto de una tecnología
científica” (13).
4.3. Eugenesia y comercialización de seres humanos
El hecho de que miles de seres humanos sean destruidos en aras de la investigación científica, aun cuando se tenga el más noble propósito,
deshumaniza nuestra cultura y rebaja la dignidad del ser humano a un nivel netamente utilitario. La posibilidad de crear libremente
embriones con estos fines favorece el paso a la selección –incluso eliminación–de los embriones que se consideren más apropiados para
los fines de sus creadores, los que “se sacrifican a veces por diversas razones: eugenésicas, económicas o psicológicas” (14). Se incentiva
asimismo el racismo, ya que, lamentablemente, no todas las razas son igualmente bienvenidas, y se pone la valoración de la vida humana
en el código genético o en la función que pueda desempeñar, como por ejemplo el ser fuente de células estaminales.
Por otro lado, el hecho de producir embriones humanos para este fin y que sean “propiedad” de científicos o corporaciones y se puedan
comercializar, así sea con fines científicos o “humanitarios”, constituye una falta gravísima contra la dignidad de la persona humana (15). La
humanidad, que está aparentemente avanzando, alejándose de lacras como el racismo y la esclavitud, da un profundo retroceso a este
respecto al negarle al embrión humano el derecho a continuar viviendo y al disponer de su cuerpo a voluntad de sus creadores o de quienes
financian el proceso.
5. Una alternativa moral: la investigación en células estaminales de adultos
El descubrimiento de células estaminales en la médula ósea de los adultos hace 40 años, y más recientemente en el cerebro, pulpa dental,
vasos sanguíneos, sistema digestivo, retina, hígado y páncreas, también de adultos, así como en la sangre del cordón umbilical de los
recién nacidos, abre las puertas a la esperanza de una ciencia en favor de una cultura de la vida. Las células estaminales de adultos pueden
reproducirse y generar también células de otros tejidos, como ha sido probado ya con las células estaminales de la médula ósea y el
cerebro (16).
Los médicos y científicos que creemos en el éxito futuro de la investigación de células estaminales de adultos estamos de acuerdo con el
otorgamiento de fondos para este tipo de proyectos, ya que no existe ningún riesgo para la integridad de la persona ni se destruyen
embriones humanos. La investigación en células estaminales de adultos ha permitido ya avances significativos en transplantes de médula
ósea, que se llevan acabo actualmente con células estaminales adultas en la mayoría de casos, como en el tratamiento de leucemias,
linfomas y myeloma múltiple, entre otros cánceres. Hoy en día es rutina que para las enfermedades anteriormente mencionadas los
hematólogos en casi todas partes del mundo induzcamos la multiplicación y recolectemos células estaminales de la sangre de pacientes
adultos, de cordones umbilicales de recién nacidos o de la sangre de donantes adultos (sin poner en peligro la vida e integridad de los
pacientes, recién nacidos o donantes) para repoblar las médulas óseas de pacientes afectados por estos cánceres o por las quimioterapias,
salvándoles en algunos casos la vida y otorgándoles la cura que no sería posible sin estas células. Todo ello gracias a más de 40 años de
investigación en células estaminales adultas de la médula ósea y de la sangre, modelo a seguir en el resto de órganos del cuerpo humano
adulto.
Las células estaminales adultas no solamente se han encontrado en los lugares ya señalados, o se utilizan usualmente para salvar pacientes
con algunos cánceres, sino que incluso algunos científicos han sido capaces de inducir la diferenciación de células estaminales adultas
de la médula ósea en células de otros tejidos. Tales son los experimentos reportados por científicos del Robert Wood Johnson Medical
School de Nueva Jersey y otros grupos, quienes extrajeron células estaminales de la médula ósea de ratas y las hicieron diferenciarse en
neuronas para el cerebro.
Los médicos y científicos que trabajamos con células estaminales de adultos somos conscientes de las limitaciones que, al menos por
ahora, presentan estas investigaciones: las células estaminales de adultos no son tan numerosas, no se reproducen tan fácilmente como
las de los embriones y no son tan sencillas de encontrar. Pero ante estas dificultades, no se puede recurrir a la solución fácil que significaría
la producción y el sacrificio a escala de embriones humanos para obtener las células estaminales. Por otro lado, la investigación científica
rigurosa en células estaminales adultas, por dar un ejemplo, ha llevado a descubrir que existen al menos dos tipos más de células estaminales
adultas disponibles solamente en la medula ósea que no conocíamos una década atrás (17). Ante esta perspectiva, quienes nos dedicamos
a la investigación en esta área tenemos la necesidad de que sean otorgados fondos para este tipo de investigaciones, ya que, de ser
ciertas algunas de las expectativas que se tienen sobre las células estaminales, éstas pueden hacerse realidad utilizando células estaminales
de adultos. En ese caso, la ciencia estaría auténticamente al servicio del hombre.
6. Fondos para la investigación en células estaminales: el caso reciente de Estados Unidos
El 9 de agosto del 2001 el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, trató de dar solución al debate con la autorización de un uso
limitado de fondos federales para la investigación en células estaminales, decisión que podría resumirse en los siguientes puntos:
1) No se permitirá que se engendren nuevos embriones para matarlos y extraerles las células estaminales con fondos gubernamentales en
Estados Unidos.
2) No se permitirá tampoco que se destruyan los cerca de 100,000 embriones congelados que se encuentran en las clínicas de fertilización
in vitro con el pretexto de extraerles las células estaminales para la investigación científica.
3) Existen alrededor de 60 “líneas celulares” (cultivos) de células estaminales que se vienen reproduciendo en laboratorios y que provienen
de embriones producidos por grupos privados para tal fin, habiendo sido lamentablemente sacrificados para dicho propósito. Éstas
pueden ser reproducidas y repartidas entre todos los científicos interesados en este tipo de investigaciones. Los NIH otorgarán fondos a
los científicos interesados.
4) Los NIH entregarán asimismo US$ 250 millones para investigar las células estaminales que se pueden extraer de adultos y de los
cordones umbilicales de bebés recién nacidos.
En un comunicado de los NIH, el 27 de agosto del 2002, se verificó que existen 64 líneas celulares, de las cuales 44 están en laboratorios
fuera de Estados Unidos. La Universidad de Gotemburgo en Suecia es la que posee más (19 líneas celulares), luego viene la Corporación
Cythera de San Diego, California (9 líneas celulares) y Reliance Life Sciences de Mumbai, India (7 líneas celulares). El Secretario de Salud,
T. Thompson, desmintió que estas líneas celulares no estén en buen estado y certificó que podrían ser usadas, calmando los ánimos de
todos los que objetaron la decisión del presidente Bush y que están a favor de producir nuevas líneas celulares engendrando y quitando la
vida a nuevos embriones con fondos del gobierno.
Si bien estas medidas protegen claramente a embriones humanos, no impiden que los grupos privados sigan produciendo embriones y
destruyéndolos como fuente de células estaminales.
Asimismo hemos de estar claros cuando escuchamos que se propone “aprovechar” la existencia de las 64 líneas celulares provenientes de
embriones destruidos con el fin de extraer estas células. Como claramente lo ha manifestado el Presidente de la Conferencia de Obispos
Católicos de Estados Unidos, Mons. Joseph A. Fiorenza, y el cardenal Anthony Bevilacqua, entre otros, se darán fondos a científicos que
quieran utilizar estas células –también podrán tener acceso a dichos fondos los científicos que produjeron estos embriones, destruyéndolos
para extraerles las células– lo cual es moralmente condenable no sólo por compartir de algún modo la intención ilícita del agente principal,
sino también por la cooperación material próxima en la producción y manipulación de embriones humanos (18). Queda pendiente de igual
modo el hecho de la posible comercialización actual o futura de estos restos de seres humanos que, como en el caso de los restos de bebés
abortados, está totalmente condenada por la Iglesia.
7. La “pendiente resbaladiza”
Otro aspecto preocupante es que la arriba mencionada decisión del presidente Bush, al ser una ley sólo parcialmente efectiva para proteger
al embrión humano, posibilite que se produzca una “pendiente resbaladiza” y gradual hacia su manipulación legal indiscriminada, dado
que el contexto en el que aparece esta norma no es neutro, sino favorable a una cada vez mayor consolidación de una cultura de la muerte,
como la ha venido llamando el Papa Juan Pablo II.
Tomemos como ejemplo el caso del aborto. En 1973, se consiguió que la Corte Suprema de Estados Unidos eliminara las restricciones
para el aborto provocado en base a un caso de una supuesta violación (la “víctima” confesó 20 años después que había mentido). En los
siguientes años se fueron introduciendo legislaciones que permitieron ampliar las “razones” para abortar, y hoy se producen más de un
millón y medio de abortos por año en Estados Unidos, siendo menos del 1% de ellos por causa de violación (en cuyo caso, como en ningún
otro, tampoco el aborto está justificado). En una cultura de muerte como la que nos rodea es muchas veces difícil hablar de respeto a la vida
del embrión humano, cuando ni siquiera se respeta la vida de los niños no nacidos, muertos mediante el aborto, incluso a los nueve meses
del embarazo.
Otro caso, europeo, de “pendiente resbaladiza” también se ha verificado claramente en Holanda con el crimen de la eutanasia. En los
últimos 20 años la legislación y los legisladores se han vuelto más permisivos, documentándose ya incluso casos de eutanasia no solamente
en “enfermos terminales” sino también en personas sanas y niños enfermos.
Otro caso más, esta vez reciente y directamente vinculado al tema que nos ocupa, tuvo lugar cuando se puso a votación en el Congreso
estadounidense una ley prohibiendo la clonación de seres humanos con una multa de un millón de dólares y 10 años en prisión. Los
presidentes tanto de la Cámara de Representantes, Tom Delay (republicano), como del Senado, Tom Daschle (demócrata), se opusieron
a la clonación, así como el gobierno del presidente Bush, y la medida fue adoptada con 265 votos en favor y 162 en contra. Inmediatamente,
varios congresistas que favorecen una cultura de muerte pidieron una modificación a la ley para que se permitiesen experimentos de
clonación con los embriones congelados, moción que afortunadamente ha sido por ahora rechazada.
Así pues, los gobiernos de los países, y en especial sus organismos legislativos –en particular el Congreso de Estados Unidos por la gran
influencia de sus decisiones– tienen en este tiempo la enorme responsabilidad de proteger al embrión humano y de no proponer ni
promulgar leyes nuevas o modificaciones a leyes existentes que pongan en peligro su integridad. La “pendiente resbaladiza” es un peligro
real y actuante, y se necesitan pronunciamientos claros y enérgicos como los de la Iglesia Católica.
Es preciso, asimismo, impulsar una completa información acompañada de una formación moral recta para todos –católicos y no católicos–
a fin de que se tome conciencia del profundo significado de lo que se está discutiendo y poniendo en juego. Un caso emblemático de
confusión y relativismo es el del mismo presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quien siendo un político que se profesa cristiano
y provida, cuando habla de las células estaminales y del embrión humano manifiesta su preocupación por proteger a estas células y
embriones que “tienen la capacidad de generar un ser humano en el futuro”, cuando el hecho concreto es que el embrión ya es un ser
humano existente, con dignidad y derechos.
8. La dignidad del embrión humano
Este embrión humano no es un animal o solamente un conjunto de células. Esta dignidad del ser humano es única, universal e irrenunciable y no puede ser negada o relativizada de acuerdo a las circunstancias
sociales o al momento histórico que se viva.
El embrión humano es una unidad bio-psico-espiritual desde su concepción. Por ello su cuerpo debe ser respetado también. Es preciso
“tener presente la unidad de sus dimensiones corporal, afectiva, intelectual y espiritual”, como recordaba enérgicamente Juan Pablo II a la
Asociación Médica Mundial en 1983: “Cada persona humana, en su singularidad absolutamente única, está constituida no sólo por su
espíritu, sino también por su cuerpo. Así, en el cuerpo y por el cuerpo, se llega a la persona misma en su realidad concreta” (22).
9. Conclusión
La experimentación en embriones humanos y/o la promoción de la clonación de seres humanos con el fin de extraer células estaminales,
aún con los más “nobles fines”, es un gravísimo atentado contra la dignidad del hombre. Todo avance de la ciencia y de la tecnología debe
estar al servicio del ser humano, viendo en él a un ser creado por Dios y redimido por el Señor Jesús, sujeto de todos los derechos. En el
presente momento es necesario fomentar un sano desarrollo de las investigaciones y seguir exponiendo con claridad y firmeza el valor de
la vida humana por encima de todo otro interés contrario. Si queremos caminar hacia una cultura de vida con una humanidad más justa,
solidaria y reconciliada, donde se respeten la dignidad de todos los hombres, hemos de empezar a reconocer los derechos de los más
pequeños e indefensos: los derechos de los embriones humanos.
El Dr. Luis E. Ráez está certificado como especialista de oncología médica y medicina interna por la American Board. Es profesor auxiliar
de Medicina Clínica, Epidemiologia y Salud Pública en la Sección de Hematología Clínica y Oncología Médica, Departamento de Medicina,
del Jackson Memorial Hospital y del Sylvester Comprehensive Cancer Center en la Facultad de Medicina de la Universidad de Miami.
Es autor de diversos trabajos y artículos sobre el cáncer, la eutanasia, las células estaminales y el embrión humano.
Notas:
en “Proceedings National Academy of Science. U.S.A.” 78 (1981), 7634-7638; A.G. Smith, Origins and properties of mouse embryonic stem cells, en
“Annual Review Cellular Development Biology” (2001).
varios embriones humanos. Una de las finalidades de este método es implantar luego los embriones en el útero de la madre.
R. Kinyamu, I. Opole, R. Opole, J. Baratta, M. Korc, T.L. Endo, A. Duong, G. Nguyen, M. Karkehabadhi, D. Twardzik y S. Loughlin. In vivo induction of
massive proliferation, directed migration, and differentiation of neural cells in the adult mammalian brain, en “Proceedings National Academy of Science.
U.S.A.” 97 (2000), 14686-14691; S. Liu, Y. Qu, T.J. Stewart, M.J. Howard, S. Chakrabortty, T.F. Holekamp y J.W. McDonald, Embryonic stem cells
differentiate into oligodendrocytes and myeli-nate in culture and after spinal cord transplantation, en “Proceedings National Academy of Science. U.S.A.”
97 (2000), 6126-6131; J.W. McDonald, X.Z. Liu, Y. Qu, S. Liu, S.K. Mickey, D. Turetsky, D.I. Gottlieb y D.W. Choi, Transplanted embryonic stem cells
survive, differentiate and promote recovery in injured rat spinal cord, en “Nature Medicine” 5 (1999), 1410-1412; G. Raisman, Olfactory ensheathing
cells, another miracle cure for spinal cord injury?, en “Nature Review Neuroscience” 2 (2001), 369-374. 4. Ver D.A. Kerr, J. Llado, M. Shamblott, N.
Maragakis, D.N. Irani, S. Dike, A. Sappington, J. Gearhart y J. Rothstein, Human embryonic germ cell derivatives facilitate motor recovery of rats with
diffuse motor neuron injury, (2001).
of human embryonic stem cells into embryoid bodies comprising the three embryonic germ layers, en “Molecular Medicine” 6 (2000), 88-95; I. Kehat, D.
Kenyagin-Karsenti, M. Druckmann, H. Segev, M. Amit, A. Gepstein, E. Livne, O. Binah, J. Itskovitz-Eldor y L. Gepstein, Human embryonic stem cells can
differentiate into myocytes portraying cardiomyocytic structural and functional properties, en “Journal of Clinical Investigation” (2001), en prensa.
Soria, E. Roche, G. Berná, T. Leon-Quinto, J.A. Reig y F. Martin, Insulin-secreting cells derived from embryonic stem cells normalize glycemia in
streptozotocin-induced diabetic mice, en “Diabetes” 49 (2000), 157-162; J.S. Odorico, Personal communication for the NIH report of stem cells, julio de
2001.
news/stemcell/scireport.htm.
terapéutico de las células estaminales embrionarias humanas, 25/8/2000, II, 3-4.
1. Ver G.R. Martin, Isolation of a pluripotent cell line from early mouse embryos cultured in medium conditioned by teratocarcinoma stem cells,2. Este método consiste en unir varios óvulos y espermatozoides en el laboratorio generando3.Ver J. Fallon, S. Reid,5. Ver J. Itskovitz-Eldor, M. Schuldiner, D. Karsenti, A. Eden, O. Yanuka, M. Amit, H. Soreq y N. Benvenisty, Differentiation6. Ver B.7. El reporte completo se puede ver en el website de los “National Institutes of Health” (NIH) de Estados Unidos de Norteamérica: http://www.nih.gov/8. Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración sobre el aborto procurado, 12-13: AAS 66 (1974), pp. 738.9. Ver Gaudium et spes, 24; Pío XII, Humani generis: AAS 42 (1950), p. 575; Pablo VI, Professio fidei: AAS10. Ver Pío XII, Discurso a la Unión Médico-Biológica “San Lucas”, 12/11. Academia Pontificia para la Vida, Declaración sobre la producción y uso científico y12. Ver http://www.cnn.com/2001/HEALTH/11/26/ human.cloning/index.html.
13.
Kajstura, S. Chimenti, I. Jakoniuk, S.M. Anderson, B. Li, J. Pickel, R. McKay, B. Nadal-Ginard, D.M. Bodine, A. Leri y P. Anversa, Bone marrow cells
regenerate infarcted myocardium, en “Nature” 410 (2001), 701-705; C. Kalka, H. Masuda, T. Takahashi, W.M. Kalka-Moll, M. Silver, M. Kearney, T. Li,
J.M. Isner y T. Asahara, Transplantation of ex vivo expanded endothelial progenitor cells for therapeutic neovascularization, “Proceedings National Academy
of Science. U.S.A.” (2000); A.A. Kocher, M.D. Schuster, M.J. Szabolcs, S. Takuma, D. Burkhoff, J. Wang, S. Homma, N.M. Edwards y S. Itescu,
Neovascularization of ischemic myo-cardium by human bone-marrow-derived angioblasts prevents cardiomyocyte apoptosis, reduces remodeling and
improves cardiac function, en “Nature Medicine” 7 (2001), 430-436; and in vivo self-renewal of multipotent mammalian neural crest stem cells, “Cell” 96,
737-749; G. Ferrari, G. Cusella-De Angelis, M. Coletta, E. Paolucci, A. Stornaiuolo, G. Cossu y F. Mavilio, Muscle regeneration by bone marrow-derived
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Mankani, S. Gronthos, K. Satomura, P. Bianco y P.G. Robey, Circulating skeletal stem cells, en “Journal of Cellular Biology” 153 (2001), 1133-1140.
Figari, La dignidad del hombre y los derechos humanos, FE, Lima 1991, p. 15.
XXXV Asamblea General de la Asociación Médica Mundial, 29/10/1983, 6.
1987, 2.
Asamblea General de la Asociación Médica Mundial, 29/10/1983, 2. 20. Luis Fernando21. Allí mismo, p. 19. 22. Juan Pablo II, Discurso a los participantes en la23. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum vitae, 22/2/24. Allí mismo, I,4. 25. Allí mismo, I,5. 26. Juan Pablo II, Evangelium vitae, 61. 27. Academia Pontificia para la Vida, Declaración sobre la28. Juan Pablo II, Discurso al Presidente de
Artículo tomado de VIDA HUMANA INTERNACIONAL –
Publicación Electrónica, 18 de Nov. de 2004
1. Células estaminales
Para situarnos mejor ante el problema es oportuno comprender qué son exactamente las células estaminales.
Como es sabido, en el proceso de concepción o fecundación, el ovocito o célula materna se une al espermatozoide en las trompas de
Falopio de la mujer, constituyendo un nuevo ser humano llamado, en este estadio, cigoto. En esta etapa el cigoto tiene ya toda la
información genética necesaria para que el nuevo ser se desarrolle y crezca tanto en los siguientes nueve meses dentro del útero
materno como durante el resto de su vida. En las horas que siguen a la fecundación, el cigoto empieza a dividirse para formar el
embrión. En las primeras 30 horas se divide en cuatro células “totipotentes”, llamadas así porque, de separarse las mismas, cada una
de ellas podría originar un nuevo ser. Éste es uno de los principales puntos de debate en relación a la clonación, ya que el uso de
células “totipotentes” es una de las dos posibles técnicas que, de aprobarse, se usaría para clonar seres humanos como potenciales
fuentes de células estaminales para la experimentación.
Luego de cuatro días, el nuevo ser humano tiene doce células y se le conoce como mórula. La mórula se dirige de la trompa de Falopio
(donde se dio la fecundación) al útero de la madre, donde se implanta, y recibe el nombre de blastocisto. Ahí permanecerá por los
próximos nueve meses, hasta su nacimiento. El blastocisto genera dos capas de células: la capa interna o embrioblasto, que forma el
embrión humano; y la capa externa o trofoblasto, que forma la placenta. A este nivel tenemos que el embrioblasto está formado por un
grupo de células denominadas “estaminales” (stem cells), que son células “pluripotenciales” o células “madre”. Esto significa que, si
bien cada una independientemente no puede generar un individuo completo –como las células “totipotenciales” anteriormente mencionadas–
sí tienen dos características fundamentales y únicas que otras células del cuerpo no poseen: 1) la capacidad de reproducirse
constantemente, y 2) la capacidad de “diferenciarse”, es decir de transformarse en una célula especializada del cuerpo humano (1).
Las células estaminales tienen la capacidad de generar los 220 tejidos y órganos que componen el cuerpo humano.
La investigación en células estaminales de animales se ha venido dando desde hace muchos años con algunos éxitos. Se ha logrado, por
ejemplo, que estas células se reproduzcan en el laboratorio y generen otras células más especializadas. Por citar un caso, se ha conseguido
producir tejido cardíaco.
La actual controversia surgió cuando se logró aislar las primeras células estaminales de embriones humanos. Algunos grupos privados de
científicos se sumaron a dichas iniciativas y comenzaron a experimentar con células extraídas de embriones producidos específicamente
para este fin mediante la fertilizacion in vitro (2). Estos grupos ya han logrado hacerlas crecer en el laboratorio y en algunas ocasiones han
conseguido también que se multipliquen. Una técnica usual utilizada en dichos ensayos consiste en extraer las células estaminales del
embrión y colocarlas en “cultivos celulares” con fibroblastos (células del tejido conectivo) de ratón, donde las células estaminales se reproducen
constantemente, convirtiéndose así en una fuente de recursos para la experimentación. El proceso es aún imperfecto, por lo que se
requiere constantes pruebas con nuevos embriones. Muchos de los “cultivos celulares” no llegan a tener éxito o son destruidos por factores
externos, como por ejemplo la contaminación bacteriana. Por otro lado, es preciso subrayar que al extraerse las células estaminales del
embrión humano éste muere inmediata e inevitablemente, pues en esta etapa de su vida está formado solamente de células estaminales en
su capa interna y de las células que formarán la placenta en su capa externa. Es preciso subrayar también que el embrión humano clonado
o producto de la fecundación in vitro o de cualquier otra técnica es un ser humano sujeto de todos los derechos al igual que los demás, a
pesar de que el método por el cual vino al mundo es gravemente inmoral.
2. Ventajas de la investigación en células estaminales
Usualmente, durante el desarrollo del individuo, las células estaminales embrionarias se diferencian, como señalamos arriba, en las diversas
células que formarán los distintos tejidos de la persona. Este proceso, sin embargo, se piensa que es irreversible, especialmente
cuando se trata de las células de los órganos más importantes, como el cerebro, el corazón, los músculos, que son las células con funciones
más “especializadas” en el cuerpo humano. Así pues, las enfermedades que atacan o dañan irreversiblemente estos órganos no pueden
ser curadas (como la demencia) o dejan secuelas para siempre (como la diabetes o los infartos de miocardio), a menos que consigamos
que las células dañadas sean reemplazadas o reparadas.
Lo que más esperanza da en el campo médico es que la investigación con células estaminales consiga que las mismas puedan ser
forzadas a diferenciarse en el laboratorio, obteniendo así los tejidos que se requieren para curar o aliviar dichas enfermedades. Ya se ha
logrado que en ciertos casos células estaminales se diferencien en células de la médula espinal o neuronas cerebrales, abriendo así la
posibilidad de reemplazar las neuronas de un adulto dañadas por la demencia de Alzheimer o el Parkinson, recuperando de esta manera a
enfermos que actualmente se consideran inválidos o discapacitados de por vida y cuya situación continuaría empeorando hasta el momento
de su muerte (3). Por otro lado, científicos de la Universidad Johns Hopkins han conseguido que ratones con enfermedades degenerativas
nerviosas de la médula espinal recuperen cierto movimiento al implantarles dichas células estaminales (4) . Otros grupos de científicos,
basados en experimentos que sugieren la posibilidad de diferenciar las células estaminales en células del tejido cardíaco, trabajan con la
esperanza de producir a corto plazo el tejido que reemplace la porción del corazón humano adulto que muere cuando la persona sufre de un
infarto de miocardio (5). También se podrían formar nuevas células del páncreas e introducirlas en un paciente con diabetes, enfermedad
originada precisamente por el daño irreversible de las células pancreáticas, curándolo parcial o totalmente (6). Lamentablemente estas
enfermedades son bastante comunes, con millones de enfermos en todo el mundo.
Los ejemplos anteriormente mencionados son sólo algunos de los posibles “usos” de las células estaminales. Pero la propaganda periodística
y las esperanzas de los pacientes y sus familiares hace crecer la lista de enfermedades que podrían ser erradicadas o mejor
controladas, generando en muchos casos falsas expectativas. Algunos grupos privados en Estados Unidos, como la Geron Corporation,
afirman que ya han sido capaces de lograr la diferenciación de las células estaminales en más de 110 de los 220 tejidos que constituyen el
cuerpo humano. Que esto sea cierto y posible no quiere decir, sin embargo, que tengamos ya la tecnología apropiada para aplicarla en
seres humanos, como se espera. De hacer crecer una célula en una probeta de laboratorio a esperar que reemplace a una neurona del
cerebro y que revierta una enfermedad incurable, todo ello sin ningún daño al paciente, hay muchos pasos por recorrer. Queda claro que la
posibilidad de que se usen estas células y los productos derivados de ellas en forma terapéutica, con las potencialidades de comercialización
en el futuro, es lo que más atrae el interés de las corporaciones privadas.
Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) publicaron en julio del 2002 un informe favorable al uso
de fondos gubernamentales para incrementar la investigación en células estaminales con argumentos como los anteriormente expuestos
(7). La prensa estadounidense, motivada por grupos de interés, inició una campaña muy agresiva en la que prácticamente aseguraba a los
pacientes y familiares que las investigaciones con células estaminales serían la solución a cientos de enfermedades, la mayoría de ellas
actualmente incurables. Artistas de cine muy conocidos como Christopher Reeve –quien sufre de parálisis en las extremidades por una
lesión irreversible en la médula espinal– y Michael Fox –quien padece de Parkinson– entre otros, han ayudado significativamente a propagar
esta idea, motivados por la esperanza que ellos mismos tienen al respecto.
La falta de información acerca del tema llevó incluso a que, por ejemplo, algunos conocidos políticos provida estadounidenses como los
senadores Orrin Hatch y Tommy Thompson (el actual Secretario de Salud del gobierno del presidente Bush) apoyasen estas iniciativas.
Lamentablemente, esa falta de información llevó también a que, según encuestas de opinión realizadas en Estados Unidos en julio de ese
año, cerca del 57% de los que se oponen al aborto y el 70% de los que se declaran católicos apoyen la investigacion en células estaminales
por las bondades reales o ficticias que prometen, sin tener una idea clara de las consecuencias que esta opción trae para la vida y dignidad
del embrión humano que va a ser destruido.
3. Obtención de células estaminales para la investigación médica
El hecho de destruir embriones humanos para obtener células estaminales felizmente todavía genera dudas entre los que tienden a estar a
favor de tal medida. En Estados Unidos, por esta razón, algunos científicos y políticos propusieron que no se permitiera la producción “en
cadena” de embriones en el laboratorio con el exclusivo fin de promover esta investigación, pero sí, lamentablemente que se usen cerca de
100,000 embriones humanos que se encuentran actualmente congelados en clínicas de fertilización in vitro.
Como sabemos, hay parejas no fértiles que, en un afán quizá desesperado por concebir, recurren a técnicas de fertilización in vitro. Éstas
consisten básicamente en producir la fertilización (unión del espermatozoide con el óvulo materno) en el laboratorio y luego implantar el
embrión en la madre. Como el proceso no es 100% efectivo, se prefiere generar entre seis y diez embriones. Si alguno de los primeros se
implanta exitosamente en el útero materno y se desarrolla finalmente en un bebé, los embriones “sobrantes” son entonces descartados o
congelados para algún uso futuro. No han faltado quienes, con una aproximación netamente utilitarista, han propuesto usar estos embriones
como fuente de células estaminales, puesto que “de todas maneras serán destruidos”. Ya durante el gobierno del presidente Clinton se
intentó usar estos embriones en Estados Unidos para experimentación humana con el mismo raciocinio, medida que felizmente no llegó a
encontrar un respaldo legislativo.
Lamentablemente, una alternativa como la extracción de estas células estaminales de bebés espontáneamente abortados, no es posible,
aun cuando el bebé conserva todavía un buen número de células estaminales en la sangre del cordón umbilical y otros órganos. Ello se debe
principalmente a que estas situaciones, que no son muy numerosas, son impredecibles. Además, a veces el bebé permanece en el útero
muerto varias horas antes de ser espontáneamente abortado, lo que lleva al deterioro de las células estaminales. La obtención de células
estaminales de abortos provocados, en cambio, genera serios problemas éticos, pues al igual que la destrucción de embriones humanos,
se estaría comercializando con los restos de víctimas de un acto inmoral o, incluso, incentivando el homicidio de seres humanos con este fin.
Por tanto, éstas no pueden considerarse opciones para la obtención de células estaminales embrionarias.
4. Riesgos morales de la investigación en células estaminales
Los riesgos son numerosos y no es posible predecirlos con cierta precisión, pues todavía no conocemos qué usos predominarán en la
manipulación de células estaminales, ni los posibles descubrimientos científicos que en el camino puedan surgir, ni el cauce por el que
discurrirá la comercialización que de todo ello derive. Más allá de las posibilidades que se presenten en el futuro, por lo menos detectamos
hoy tres problemas morales importantes:
4.1. Desconocer al embrión como ser humano y negarle el derecho a la vida
Como hemos visto, un buen número de científicos justifica la producción y destrucción de embriones humanos para obtención de células
estaminales. Algunos de sus argumentos ya han sido descritos, en los que queda clara una mentalidad utilitarista que a la vez relativiza y
reduce el valor de la persona humana que es el embrión. Así, no vacilan en sacrificarla con el propósito –alcanzable real o hipotéticamente-
– de investigar para obtener la cura de ciertas enfermedades.
Otros científicos justifican su forma de pensar y actuar afirmando que no consideran al embrión un ser humano. Al respecto, ciertos grupos
de interés han intentado, lastimosamente muchas veces con éxito, trastocar la definición del inicio de la vida humana. Así, han procurado
desconocer la concepción o fecundación como el momento en que se inicia la vida –de lo que no se había dudado durante décadas en la
comunidad científica, al menos no antes del inicio del proceso de legalización del aborto–, sosteniendo más bien que se inicia recién
cuando se da la implantación del bebé en el útero materno, lo que ocurre alrededor del séptimo día de vida. Por ello, argumentan que no hay
ningún problema ético en el hecho de producir embriones en el laboratorio y experimentar con ellos o extraerles las células estaminales
antes de implantarlos, puesto que “no serían todavía seres humanos”. Se busca justificar esta errada concepción argumentando que no
todos los embriones que intentan implantarse sobreviven. A veces hasta el 30% de ellos son espontáneamente abortados por un proceso
natural, como puede ocurrir también en cualquier momento del embarazo o incluso después, ya que nunca el 100% de todos los recién
nacidos sobreviven. Estos grupos de interés obtienen de esta manera la “libertad” de manipular al embrión y justificar de paso el uso de
métodos abortivos –como los dispositivos intrauterinos (DIU) o, más recientemente, la píldora RU-486 o la “píldora del día siguiente” y las
demás píldoras anticonceptivas– que impiden la implantación del bebé. Si el embrión no es considerado ser humano porque –se dice– no
necesariamente sobrevivirá, cabe preguntarse: ¿Puede algún recién nacido considerarse capaz de sobrevivir por sí mismo, sin el cuidado
de sus padres? Y, más aún, ¿no es la posibilidad de la muerte una realidad para todo ser humano y característica ineludible de la vida como
la conocemos en este peregrinar terreno?
Como señalábamos anteriormente, los médicos y científicos, hasta antes de que el aborto entrara en debate en Estados Unidos y en el resto
del mundo, teníamos una convicción unánime acerca del momento en que se inicia la vida gracias a los descubrimientos de la ciencia
moderna. La Iglesia Católica, por otro lado, siempre ha sostenido que “con la fecundación se inicia la aventura de una vida humana, cuyas
principales capacidades requieren solamente tiempo para desarrollarse y poder actuar” (8). Siguiendo la orientación de la Sagrada Escritura
y la Sagrada Tradición, la enseñanza de los Sumos Pontífices y en general de los diversos documentos del Magisterio de la Iglesia sobre
el tema han señalado claramente que la vida del ser humano debe ser respetada desde la concepción, porque el hombre es la única criatura
que Dios ha querido “por sí misma” y cuya alma espiritual ha sido creada por Dios “inmediatamente” a su imagen, entablando una relación
especial con su Creador (9). Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término. Nadie, en ninguna circunstancia, puede
atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente (10).
La declaración de la Academia Pontificia para la Vida sobre la producción y uso científico y terapéutico de las células estaminales embrionarias
humanas defiende claramente la integridad y la vida del embrión humano que corre el riesgo de ser destruido: “La ablación –recolección y
destrucción– de la masa celular interna (ICM) del blastocisto, que lesiona grave e irreparablemente el embrión humano, truncando su desarrollo,
es un acto gravemente inmoral y, por consiguiente, gravemente ilícito. Ningún fin considerado bueno, como la utilización de las células
estaminales que podrían obtenerse para la preparación de otras células diferenciadas con vistas a procedimientos terapéuticos de grandes
expectativas, puede justificar esa intervención. Un fin bueno no hace buena una acción en sí misma mala” (11).
4.2. Promoción de la clonación de embriones humanos para obtención de células estaminales
No se puede discutir el proceso de obtención y comercialización de embriones humanos sin tocar el tema de la clonación. De difundirse la
producción “en cadena” de embriones humanos para la obtención de células estaminales se pasaría a considerar la clonación como la
herramienta más eficaz para este fin. Como explicamos al inicio de este trabajo, de los primeros estadios del embrión humano (cuatro
células “totipotenciales”) podríamos obtener hasta cuatro seres humanos semejantes dividiendo artificialmente dichas células o usando la
otra técnica de clonación que consiste en unir el núcleo de una célula adulta con un ovocito o célula materna a la que se le ha sacado su
propio núcleo, formando así artificialmente un nuevo ser que tiene todas las propiedades para desarrollarse en un embrión humano (como en
el caso de la “oveja Dolly”). Se garantizaría de esta manera “la producción en cadena” y la obtención de la cantidad adecuada de embriones
humanos para satisfacer la oferta y la demanda que estos experimentos requerirían sin necesidad de estar buscando mujeres “donantes” de
óvulos. Sobre este punto del debate, por ejemplo, el Congreso estadounidense votó recientemente a favor de una ley que impide los
procesos de clonación con cualquier fin. Por otro lado, ya el Parlamento Europeo, a pesar de ser bastante liberal, en su resolución del 12
de marzo de 1997 se había pronunciado diciendo que el uso de la clonación para la obtención de embriones humanos va contra los
principios de igualdad y dignidad de los seres humanos.
Pero el debate está aún abierto y, a menos que seamos enfáticos y firmes en la defensa de la vida del embrión, es de presumir que, con
diversas excusas y falaces explicaciones, se seguirá tratando de destruirlo. En agosto del 2001, por ejemplo, tres científicos estadounidenses
e italianos con credenciales bastante cuestionables por su falta de consistencia y poco reconocida trayectoria científica, amenazaron
en Washington, durante una conferencia supuestamente organizada para discutir aspectos científicos de la clonación, con empezar a
clonar seres humanos –por su cuenta y riesgo– en alguna isla del Caribe o del Mediterráneo donde no hubiera restricciones gubernamentales.
Arguyeron, entre otras razones, la voluntad de “avanzar” con la investigación en células estaminales. Incluso el científico escocés que
ayudó a la clonación de la primera “oveja Dolly” calificó estos comentarios de anti-científicos. Según señaló, debido a que actualmente no
existe una adecuada tecnología para la clonación, él había realizado 288 intentos antes de tener éxito con “Dolly”. De hacerse estos
experimentos en seres humanos, algo similar podría ser el número de vidas de embriones que se perderían antes de conseguir una
clonación exitosa. Cuando hablamos de “exitosa” nos referimos a un embrión concebido en el laboratorio que se desarrolle y crezca hasta
su nacimiento o adultez, no como el “fiasco científico” anunciado por la compañía “Advance Cell Tecnology, Inc.”, de Massachusetts, que,
con el fin de presionar al gobierno estadounidense, informó en noviembre del 2001 de la “primera clonación exitosa” de un ser humano
(12). Lo que en realidad se limitaron a hacer fue tratar de concebir ocho embriones humanos uniendo óvulos con núcleos de células
maduras, pero sólo pudieron concebir dos, que murieron luego de llegar uno de ellos a desarrollarse hasta el estadio de seis células.
Ninguna organización científica seria aceptó dichos resultados y el consenso fue calificar el experimento como un fracaso y un intento de
ganar publicidad. No hay duda de que, así como esta compañía, otros grupos no vacilarán, con mentiras o medias verdades, en continuar
con su campaña de promoción de la producción “industrial” de embriones humanos y clonación.
Todos los errores mencionados hasta ahora no se comparan con los graves problemas morales que la clonación humana en sí misma
supone, no sólo por la lógica de “producción industrial” ya mencionada, sino también por la instrumentalización de la mujer que se convierte
simplemente en “prestadora” o “proveedora” de óvulos; por la perversión de las relaciones naturales de paternidad, maternidad, filiación y
consanguinidad, ya que, por ejemplo, no existe una verdadera madre o un verdadero padre del embrión concebido para una tercera
persona sin intervención paterna, entre otras aberraciones. También es moralmente grave el hecho de que el “productor”, el “vendedor” o
el “comprador” de los embriones disponga sobre la vida de un ser humano, sin respetar su dignidad. No ha de olvidarse, además, que la
procreación debe ocurrir dentro del matrimonio y como resultado de la unión amorosa del esposo y la esposa, y no por la manipulación
indiscriminada en el laboratorio con métodos de experimentación en seres humanos. De lo contrario se estaría violando la dignidad del
hombre y del matrimonio: “Solamente el respeto de la conexión existente entre los significados del acto conyugal y el respeto de la unidad
del ser humano, consiente una procreación conforme con la dignidad de la persona… La persona humana ha de ser acogida en el gesto de
unión y de amor de sus padres; la generación de un hijo ha de ser por eso el fruto de la donación recíproca realizada en el acto conyugal,
en el que los esposos cooperan como servidores, y no como dueños, en la obra del Amor Creador. El origen de una persona humana es en
realidad el resultado de una donación. La persona concebida deberá ser el fruto del amor de sus padres. No puede ser querida ni concebida
como el producto de una intervención de técnicas médicas y biológicas: esto equivaldría a reducirlo a ser objeto de una tecnología
científica” (13).
4.3. Eugenesia y comercialización de seres humanos
El hecho de que miles de seres humanos sean destruidos en aras de la investigación científica, aun cuando se tenga el más noble propósito,
deshumaniza nuestra cultura y rebaja la dignidad del ser humano a un nivel netamente utilitario. La posibilidad de crear libremente
embriones con estos fines favorece el paso a la selección –incluso eliminación–de los embriones que se consideren más apropiados para
los fines de sus creadores, los que “se sacrifican a veces por diversas razones: eugenésicas, económicas o psicológicas” (14). Se incentiva
asimismo el racismo, ya que, lamentablemente, no todas las razas son igualmente bienvenidas, y se pone la valoración de la vida humana
en el código genético o en la función que pueda desempeñar, como por ejemplo el ser fuente de células estaminales.
Por otro lado, el hecho de producir embriones humanos para este fin y que sean “propiedad” de científicos o corporaciones y se puedan
comercializar, así sea con fines científicos o “humanitarios”, constituye una falta gravísima contra la dignidad de la persona humana (15). La
humanidad, que está aparentemente avanzando, alejándose de lacras como el racismo y la esclavitud, da un profundo retroceso a este
respecto al negarle al embrión humano el derecho a continuar viviendo y al disponer de su cuerpo a voluntad de sus creadores o de quienes
financian el proceso.
5. Una alternativa moral: la investigación en células estaminales de adultos
El descubrimiento de células estaminales en la médula ósea de los adultos hace 40 años, y más recientemente en el cerebro, pulpa dental,
vasos sanguíneos, sistema digestivo, retina, hígado y páncreas, también de adultos, así como en la sangre del cordón umbilical de los
recién nacidos, abre las puertas a la esperanza de una ciencia en favor de una cultura de la vida. Las células estaminales de adultos pueden
reproducirse y generar también células de otros tejidos, como ha sido probado ya con las células estaminales de la médula ósea y el
cerebro (16).
Los médicos y científicos que creemos en el éxito futuro de la investigación de células estaminales de adultos estamos de acuerdo con el
otorgamiento de fondos para este tipo de proyectos, ya que no existe ningún riesgo para la integridad de la persona ni se destruyen
embriones humanos. La investigación en células estaminales de adultos ha permitido ya avances significativos en transplantes de médula
ósea, que se llevan acabo actualmente con células estaminales adultas en la mayoría de casos, como en el tratamiento de leucemias,
linfomas y myeloma múltiple, entre otros cánceres. Hoy en día es rutina que para las enfermedades anteriormente mencionadas los
hematólogos en casi todas partes del mundo induzcamos la multiplicación y recolectemos células estaminales de la sangre de pacientes
adultos, de cordones umbilicales de recién nacidos o de la sangre de donantes adultos (sin poner en peligro la vida e integridad de los
pacientes, recién nacidos o donantes) para repoblar las médulas óseas de pacientes afectados por estos cánceres o por las quimioterapias,
salvándoles en algunos casos la vida y otorgándoles la cura que no sería posible sin estas células. Todo ello gracias a más de 40 años de
investigación en células estaminales adultas de la médula ósea y de la sangre, modelo a seguir en el resto de órganos del cuerpo humano
adulto.
Las células estaminales adultas no solamente se han encontrado en los lugares ya señalados, o se utilizan usualmente para salvar pacientes
con algunos cánceres, sino que incluso algunos científicos han sido capaces de inducir la diferenciación de células estaminales adultas
de la médula ósea en células de otros tejidos. Tales son los experimentos reportados por científicos del Robert Wood Johnson Medical
School de Nueva Jersey y otros grupos, quienes extrajeron células estaminales de la médula ósea de ratas y las hicieron diferenciarse en
neuronas para el cerebro.
Los médicos y científicos que trabajamos con células estaminales de adultos somos conscientes de las limitaciones que, al menos por
ahora, presentan estas investigaciones: las células estaminales de adultos no son tan numerosas, no se reproducen tan fácilmente como
las de los embriones y no son tan sencillas de encontrar. Pero ante estas dificultades, no se puede recurrir a la solución fácil que significaría
la producción y el sacrificio a escala de embriones humanos para obtener las células estaminales. Por otro lado, la investigación científica
rigurosa en células estaminales adultas, por dar un ejemplo, ha llevado a descubrir que existen al menos dos tipos más de células estaminales
adultas disponibles solamente en la medula ósea que no conocíamos una década atrás (17). Ante esta perspectiva, quienes nos dedicamos
a la investigación en esta área tenemos la necesidad de que sean otorgados fondos para este tipo de investigaciones, ya que, de ser
ciertas algunas de las expectativas que se tienen sobre las células estaminales, éstas pueden hacerse realidad utilizando células estaminales
de adultos. En ese caso, la ciencia estaría auténticamente al servicio del hombre.
6. Fondos para la investigación en células estaminales: el caso reciente de Estados Unidos
El 9 de agosto del 2001 el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, trató de dar solución al debate con la autorización de un uso
limitado de fondos federales para la investigación en células estaminales, decisión que podría resumirse en los siguientes puntos:
1) No se permitirá que se engendren nuevos embriones para matarlos y extraerles las células estaminales con fondos gubernamentales en
Estados Unidos.
2) No se permitirá tampoco que se destruyan los cerca de 100,000 embriones congelados que se encuentran en las clínicas de fertilización
in vitro con el pretexto de extraerles las células estaminales para la investigación científica.
3) Existen alrededor de 60 “líneas celulares” (cultivos) de células estaminales que se vienen reproduciendo en laboratorios y que provienen
de embriones producidos por grupos privados para tal fin, habiendo sido lamentablemente sacrificados para dicho propósito. Éstas
pueden ser reproducidas y repartidas entre todos los científicos interesados en este tipo de investigaciones. Los NIH otorgarán fondos a
los científicos interesados.
4) Los NIH entregarán asimismo US$ 250 millones para investigar las células estaminales que se pueden extraer de adultos y de los
cordones umbilicales de bebés recién nacidos.
En un comunicado de los NIH, el 27 de agosto del 2002, se verificó que existen 64 líneas celulares, de las cuales 44 están en laboratorios
fuera de Estados Unidos. La Universidad de Gotemburgo en Suecia es la que posee más (19 líneas celulares), luego viene la Corporación
Cythera de San Diego, California (9 líneas celulares) y Reliance Life Sciences de Mumbai, India (7 líneas celulares). El Secretario de Salud,
T. Thompson, desmintió que estas líneas celulares no estén en buen estado y certificó que podrían ser usadas, calmando los ánimos de
todos los que objetaron la decisión del presidente Bush y que están a favor de producir nuevas líneas celulares engendrando y quitando la
vida a nuevos embriones con fondos del gobierno.
Si bien estas medidas protegen claramente a embriones humanos, no impiden que los grupos privados sigan produciendo embriones y
destruyéndolos como fuente de células estaminales.
Asimismo hemos de estar claros cuando escuchamos que se propone “aprovechar” la existencia de las 64 líneas celulares provenientes de
embriones destruidos con el fin de extraer estas células. Como claramente lo ha manifestado el Presidente de la Conferencia de Obispos
Católicos de Estados Unidos, Mons. Joseph A. Fiorenza, y el cardenal Anthony Bevilacqua, entre otros, se darán fondos a científicos que
quieran utilizar estas células –también podrán tener acceso a dichos fondos los científicos que produjeron estos embriones, destruyéndolos
para extraerles las células– lo cual es moralmente condenable no sólo por compartir de algún modo la intención ilícita del agente principal,
sino también por la cooperación material próxima en la producción y manipulación de embriones humanos (18). Queda pendiente de igual
modo el hecho de la posible comercialización actual o futura de estos restos de seres humanos que, como en el caso de los restos de bebés
abortados, está totalmente condenada por la Iglesia.
7. La “pendiente resbaladiza”
Otro aspecto preocupante es que la arriba mencionada decisión del presidente Bush, al ser una ley sólo parcialmente efectiva para proteger
al embrión humano, posibilite que se produzca una “pendiente resbaladiza” y gradual hacia su manipulación legal indiscriminada, dado
que el contexto en el que aparece esta norma no es neutro, sino favorable a una cada vez mayor consolidación de una cultura de la muerte,
como la ha venido llamando el Papa Juan Pablo II.
Tomemos como ejemplo el caso del aborto. En 1973, se consiguió que la Corte Suprema de Estados Unidos eliminara las restricciones
para el aborto provocado en base a un caso de una supuesta violación (la “víctima” confesó 20 años después que había mentido). En los
siguientes años se fueron introduciendo legislaciones que permitieron ampliar las “razones” para abortar, y hoy se producen más de un
millón y medio de abortos por año en Estados Unidos, siendo menos del 1% de ellos por causa de violación (en cuyo caso, como en ningún
otro, tampoco el aborto está justificado). En una cultura de muerte como la que nos rodea es muchas veces difícil hablar de respeto a la vida
del embrión humano, cuando ni siquiera se respeta la vida de los niños no nacidos, muertos mediante el aborto, incluso a los nueve meses
del embarazo.
Otro caso, europeo, de “pendiente resbaladiza” también se ha verificado claramente en Holanda con el crimen de la eutanasia. En los
últimos 20 años la legislación y los legisladores se han vuelto más permisivos, documentándose ya incluso casos de eutanasia no solamente
en “enfermos terminales” sino también en personas sanas y niños enfermos.
Otro caso más, esta vez reciente y directamente vinculado al tema que nos ocupa, tuvo lugar cuando se puso a votación en el Congreso
estadounidense una ley prohibiendo la clonación de seres humanos con una multa de un millón de dólares y 10 años en prisión. Los
presidentes tanto de la Cámara de Representantes, Tom Delay (republicano), como del Senado, Tom Daschle (demócrata), se opusieron
a la clonación, así como el gobierno del presidente Bush, y la medida fue adoptada con 265 votos en favor y 162 en contra. Inmediatamente,
varios congresistas que favorecen una cultura de muerte pidieron una modificación a la ley para que se permitiesen experimentos de
clonación con los embriones congelados, moción que afortunadamente ha sido por ahora rechazada.
Así pues, los gobiernos de los países, y en especial sus organismos legislativos –en particular el Congreso de Estados Unidos por la gran
influencia de sus decisiones– tienen en este tiempo la enorme responsabilidad de proteger al embrión humano y de no proponer ni
promulgar leyes nuevas o modificaciones a leyes existentes que pongan en peligro su integridad. La “pendiente resbaladiza” es un peligro
real y actuante, y se necesitan pronunciamientos claros y enérgicos como los de la Iglesia Católica.
Es preciso, asimismo, impulsar una completa información acompañada de una formación moral recta para todos –católicos y no católicos–
a fin de que se tome conciencia del profundo significado de lo que se está discutiendo y poniendo en juego. Un caso emblemático de
confusión y relativismo es el del mismo presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quien siendo un político que se profesa cristiano
y provida, cuando habla de las células estaminales y del embrión humano manifiesta su preocupación por proteger a estas células y
embriones que “tienen la capacidad de generar un ser humano en el futuro”, cuando el hecho concreto es que el embrión ya es un ser
humano existente, con dignidad y derechos.
8. La dignidad del embrión humano
La posición de la Iglesia Católica ha sido siempre clara en la promoción y defensa de la vida humana. En el momento de la unión del óvulo
materno con el espermatozoide paterno se da el proceso de fecundación, y desde ese instante el nuevo ser que es ya una unidad en
cuerpo y alma, único e irrepetible, tiene toda la información genética para continuar desarrollándose hasta llegar a ser un adulto. El Papa
Juan Pablo II nos ha recordado en reiteradas ocasiones la inviolabilidad del derecho a la vida del ser humano inocente “desde el momento
de la concepción hasta la muerte” (19).
Este embrión humano no es un animal o solamente un conjunto de células. Tiene una dignidad especial: en primer lugar, porque Dios lo
creó, como dice el libro del Génesis (ver Gén 2,7), a su imagen y semejanza para ser el administrador de la creación; y en segundo lugar,
porque el Señor Jesús, mediante el misterio de la Anunciación-Encarnación, se hizo hombre y elevó nuestra condición de creaturas a hijos
de Dios. Como dice el pensador peruano Luis Fernando Figari, “la dignidad fundamental, y más aún fundante, del hombre proviene de ser
la persona humana creada por Dios como interlocutor personal suyo e invitado a participar desde su estructura óntica en la dinámica
creacional. Las palabras ‘imagen y semejanza’, a las que estamos tan acostumbrados, portan en sí la entrada al misterio de la dignidad
humana” (20). Y luego él mismo añade: “La dignidad de la creatura humana quedará aún más claramente manifestada por la irrupción del
Verbo Eterno en el tronco humano, asumiéndolo y elevándolo, en un proceso misterioso e indescriptible en la magnitud de su grandeza”
(21). Esta dignidad del ser humano es única, universal e irrenunciable y no puede ser negada o relativizada de acuerdo a las circunstancias
sociales o al momento histórico que se viva.
El embrión humano es una unidad bio-psico-espiritual desde su concepción. Por ello su cuerpo debe ser respetado también. Es preciso
“tener presente la unidad de sus dimensiones corporal, afectiva, intelectual y espiritual”, como recordaba enérgicamente Juan Pablo II a la
Asociación Médica Mundial en 1983: “Cada persona humana, en su singularidad absolutamente única, está constituida no sólo por su
espíritu, sino también por su cuerpo. Así, en el cuerpo y por el cuerpo, se llega a la persona misma en su realidad concreta” (22).
9. Conclusión
La experimentación en embriones humanos y/o la promoción de la clonación de seres humanos con el fin de extraer células estaminales,
aún con los más “nobles fines”, es un gravísimo atentado contra la dignidad del hombre. Todo avance de la ciencia y de la tecnología debe
estar al servicio del ser humano, viendo en él a un ser creado por Dios y redimido por el Señor Jesús, sujeto de todos los derechos. En el
presente momento es necesario fomentar un sano desarrollo de las investigaciones y seguir exponiendo con claridad y firmeza el valor de
la vida humana por encima de todo otro interés contrario. Si queremos caminar hacia una cultura de vida con una humanidad más justa,
solidaria y reconciliada, donde se respeten la dignidad de todos los hombres, hemos de empezar a reconocer los derechos de los más
pequeños e indefensos: los derechos de los embriones humanos.
El Dr. Luis E. Ráez está certificado como especialista de oncología médica y medicina interna por la American Board. Es profesor auxiliar
de Medicina Clínica, Epidemiologia y Salud Pública en la Sección de Hematología Clínica y Oncología Médica, Departamento de Medicina,
del Jackson Memorial Hospital y del Sylvester Comprehensive Cancer Center en la Facultad de Medicina de la Universidad de Miami.
Es autor de diversos trabajos y artículos sobre el cáncer, la eutanasia, las células estaminales y el embrión humano.
Notas:
en “Proceedings National Academy of Science. U.S.A.” 78 (1981), 7634-7638; A.G. Smith, Origins and properties of mouse embryonic stem cells, en
“Annual Review Cellular Development Biology” (2001).
varios embriones humanos. Una de las finalidades de este método es implantar luego los embriones en el útero de la madre.
R. Kinyamu, I. Opole, R. Opole, J. Baratta, M. Korc, T.L. Endo, A. Duong, G. Nguyen, M. Karkehabadhi, D. Twardzik y S. Loughlin. In vivo induction of
massive proliferation, directed migration, and differentiation of neural cells in the adult mammalian brain, en “Proceedings National Academy of Science.
U.S.A.” 97 (2000), 14686-14691; S. Liu, Y. Qu, T.J. Stewart, M.J. Howard, S. Chakrabortty, T.F. Holekamp y J.W. McDonald, Embryonic stem cells
differentiate into oligodendrocytes and myeli-nate in culture and after spinal cord transplantation, en “Proceedings National Academy of Science. U.S.A.”
97 (2000), 6126-6131; J.W. McDonald, X.Z. Liu, Y. Qu, S. Liu, S.K. Mickey, D. Turetsky, D.I. Gottlieb y D.W. Choi, Transplanted embryonic stem cells
survive, differentiate and promote recovery in injured rat spinal cord, en “Nature Medicine” 5 (1999), 1410-1412; G. Raisman, Olfactory ensheathing
cells, another miracle cure for spinal cord injury?, en “Nature Review Neuroscience” 2 (2001), 369-374. 4. Ver D.A. Kerr, J. Llado, M. Shamblott, N.
Maragakis, D.N. Irani, S. Dike, A. Sappington, J. Gearhart y J. Rothstein, Human embryonic germ cell derivatives facilitate motor recovery of rats with
diffuse motor neuron injury, (2001).
of human embryonic stem cells into embryoid bodies comprising the three embryonic germ layers, en “Molecular Medicine” 6 (2000), 88-95; I. Kehat, D.
Kenyagin-Karsenti, M. Druckmann, H. Segev, M. Amit, A. Gepstein, E. Livne, O. Binah, J. Itskovitz-Eldor y L. Gepstein, Human embryonic stem cells can
differentiate into myocytes portraying cardiomyocytic structural and functional properties, en “Journal of Clinical Investigation” (2001), en prensa.
Soria, E. Roche, G. Berná, T. Leon-Quinto, J.A. Reig y F. Martin, Insulin-secreting cells derived from embryonic stem cells normalize glycemia in
streptozotocin-induced diabetic mice, en “Diabetes” 49 (2000), 157-162; J.S. Odorico, Personal communication for the NIH report of stem cells, julio de
2001.
news/stemcell/scireport.htm.
terapéutico de las células estaminales embrionarias humanas, 25/8/2000, II, 3-4.
1. Ver G.R. Martin, Isolation of a pluripotent cell line from early mouse embryos cultured in medium conditioned by teratocarcinoma stem cells,2. Este método consiste en unir varios óvulos y espermatozoides en el laboratorio generando3.Ver J. Fallon, S. Reid,5. Ver J. Itskovitz-Eldor, M. Schuldiner, D. Karsenti, A. Eden, O. Yanuka, M. Amit, H. Soreq y N. Benvenisty, Differentiation6. Ver B.7. El reporte completo se puede ver en el website de los “National Institutes of Health” (NIH) de Estados Unidos de Norteamérica: http://www.nih.gov/8. Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración sobre el aborto procurado, 12-13: AAS 66 (1974), pp. 738.9. Ver Gaudium et spes, 24; Pío XII, Humani generis: AAS 42 (1950), p. 575; Pablo VI, Professio fidei: AAS10. Ver Pío XII, Discurso a la Unión Médico-Biológica “San Lucas”, 12/11. Academia Pontificia para la Vida, Declaración sobre la producción y uso científico y12. Ver http://www.cnn.com/2001/HEALTH/11/26/ human.cloning/index.html.
13.
Kajstura, S. Chimenti, I. Jakoniuk, S.M. Anderson, B. Li, J. Pickel, R. McKay, B. Nadal-Ginard, D.M. Bodine, A. Leri y P. Anversa, Bone marrow cells
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J.M. Isner y T. Asahara, Transplantation of ex vivo expanded endothelial progenitor cells for therapeutic neovascularization, “Proceedings National Academy
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Neovascularization of ischemic myo-cardium by human bone-marrow-derived angioblasts prevents cardiomyocyte apoptosis, reduces remodeling and
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P.G. Robey, Bone marrow stromal stem cells: nature, biology, and potential applications, en “Stem Cells”, 19 (2001), 180-192; S.A. Kuznetsov, M.H.
Mankani, S. Gronthos, K. Satomura, P. Bianco y P.G. Robey, Circulating skeletal stem cells, en “Journal of Cellular Biology” 153 (2001), 1133-1140.
Figari, La dignidad del hombre y los derechos humanos, FE, Lima 1991, p. 15.
XXXV Asamblea General de la Asociación Médica Mundial, 29/10/1983, 6.
1987, 2.
Asamblea General de la Asociación Médica Mundial, 29/10/1983, 2. 20. Luis Fernando21. Allí mismo, p. 19. 22. Juan Pablo II, Discurso a los participantes en la23. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum vitae, 22/2/24. Allí mismo, I,4. 25. Allí mismo, I,5. 26. Juan Pablo II, Evangelium vitae, 61. 27. Academia Pontificia para la Vida, Declaración sobre la28. Juan Pablo II, Discurso al Presidente de
Artículo tomado de VIDA HUMANA INTERNACIONAL –
Publicación Electrónica, 18 de Nov. de 2004