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¿2 sexos o 3 géneros?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on March 14, 2020

 

     En relación con la sexualidad, como en casi todos los temas, se presenta con frecuencia el caso de estar debatiendo un punto sin caer en cuenta de que, a pesar de estar pensando lo mismo, las partes discuten porque no conocen la terminología adecuada; a veces, por ejemplo, se está diciendo lo mismo, pero se cree que las posiciones son opuestas.

     Para una mejor comprensión de la materia, es necesario conocer la definición de algunos vocablos que denotan el sexo de un individuo:

     El primero es el sexo cromosómico o genético, que consiste en la presencia o ausencia del cromosoma «Y» en cualquiera de las células de un ser humano.

     Aquellos individuos que tienen un cromosoma Y en sus células, con uno o más cromosomas X son varones, mientras que quienes carecen de cromosoma Y son genéticamente hembras.

     Este hecho se da como resultado de la fecundación: mientras en los ovarios las células del germen femenino se dividen en dos óvulos, cada uno con un cromosoma X, las células del germen masculino que se encuentran en los testículos, se dividen en dos espermatozoides, uno con el cromosoma Y y otro con el cromosoma X.

      Si el espermatozoide que posee el cromosoma Y es el que fecunda al óvulo, se concibe un varón; por el contrario, si es el espermatozoide que posee el cromosoma X el que se une al óvulo, nacerá una niña.

     Así nos formamos todos. No existen, pues, sino dos opciones: sexo masculino o sexo femenino; varón o hembra.

     Se puede decir entonces, que el sexo nace antes que nosotros. Somos varones o hembras desde el día de la fecundación y lo somos de manera irreversible: el desarrollo de las hormonas masculinas (testosterona) y femeninas (estrógenos y progesterona) depende precisamente del sexo genético; el funcionamiento del sistema nervioso, los ciclos periódicos y la configuración física de nuestra sexualidad no son otra cosa que resultados naturales del sexo genético. Por deducción, podríamos decir que lo que algunos llaman sexo hormonal también está definido anticipadamente en el ser humano: sólo le falta desarrollarse.

     El sexo gonadal (gónada significa glándula sexual), se basa en las características microscópicas de los tejidos de las gónadas: el varón posee tejido testicular; la mujer, tejido ovárico. No hay más opciones.

     El crecimiento y la diferenciación de las glándulas sexuales se dan gradualmente bajo la influencia del sexo genético, los genes que se encuentran en los cromosomas se encargan de diferenciar las gónadas en sentido masculino o femenino.

     El sexo embrionario o de las vías genitales lo determina también el sexo genético y consiste en los conductos propios de cada sexo durante la etapa embrionaria, es decir, durante el embarazo: el conducto de Müller (propio de la mujer) y el conducto de Wolff (propio del varón).

      Como se concluye, el conducto es femenino o masculino, no existe otro conducto, dijéramos, para especificar un tercer sexo.

     Por último, el sexo fenotípico o genital está determinado por las características de los genitales externos (su forma femenina o masculina), que se dieron como resultado de la información genética.

     Basándose en el sexo genital, en el nacimiento se le asigna el sexo al individuo, desde el punto de vista civil y social: hombre o mujer.

     Todo esto quiere decir que no existe lo que ahora llaman el tercer género, puesto que en la naturaleza humana no hay sino dos sexos.

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¿Sexo o ‘género’?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on April 19, 2009

 Hoy se lee y se escucha la palabra «género», utilizada en vez de «sexo». Y se habla de tres «géneros», incluyendo el homosexual.

En relación con la sexualidad, debe utilizarse una terminología adecuada para una mejor comprensión de la materia. Por eso, es necesario conocer la definición de algunos vocablos, dentro de los que se encuentran los siguientes:

 

El sexo cromosómico o genético está especificado por la presencia o ausencia del cromosoma «Y» en el patrimonio genético de la célula del ser humano; así, los individuos que tienen un cromosoma «Y» con uno o más cromosomas «X» son varones; mientras que los que carecen de cromosoma «Y» son genéticamente hembras. Este hecho es el resultado objetivo de la fecundación.

«El sexo nace antes que nosotros. Hemos sido varones o hembras el día de la concepción y lo hemos sido de manera irreversible. El desarrollo hormonal, la centralización neurológica, la periodicidad fisiológica [las funciones del organismo] y la configuración formológica [la forma] de nuestra sexualidad no son otra cosa que fenómenos subsecuentes, pero también consecutivos al fenómeno de la determinación genética del sexo» (Boiardi, Sessualitá Maschile…, p. 19).

 

El sexo gonadal está basado en la histología —las características microscópicas de los tejidos— de las gónadas; el varón posee tejido testicular, la mujer posee tejido ovárico. Como se dijo anteriormente, el crecimiento y la diferenciación de las glándulas sexuales se dan gradualmente, sobre una base de tejidos diferentes bajo la influencia del sexo genético: los genes que se encuentran en los cromosomas se encargan de diferenciar las gónadas en sentido masculino o femenino.

 

El sexo embrionario o vías genitales son: el conducto de Müller (propio de la mujer) y el conducto de Wolff (propio del varón).

 

El sexo fenotípico o genital está determinado por las características de los genitales externos. Basándose en él, en el nacimiento se le asigna el sexo al individuo, desde los puntos de vista civil y social.

 

Durante la pubertad y a través de un proceso de maduración se da el crecimiento del organismo sexual interno y externo, según las características propias de cada uno de los dos sexos.

 

En la sexualidad física normal se da una armonía y concordancia entre todos estos componentes; pero, a veces, se presentan anomalías que determinan un estado de intersexualidad, esto se da si hay discordancia entre los caracteres genéticos, gonádicos, embrionarios y genitales del sexo. Las anomalías se conocen como el pseudohermafroditismo y el hermafroditismo verdadero.

 

El pseudohermafroditismo se puede verificar en dos situaciones:

En el pseudohermafroditismo femenino los genitales son masculinos (más o menos diferenciados) mientras las gónadas y el patrimonio cromosómico son femeninos, como ocurre, por ejemplo, en el Síndrome Adrenogenital Congénito.

En el pseudohermafroditismo masculino los genitales son femeninos, pero las gónadas y el patrimonio cromosómico son masculinos, presentando incluso testículos (Síndrome de Morris o de feminización testicular).

 

El hermafroditismo verdadero (muy raro), es el caso en el que se presentan tejidos ováricos y testiculares al mismo tiempo.

 

Estas diversas formas de anomalía que se refieren a los componentes físicos del sexo y no configuran lo que se define como transexualismo ni homosexualidad ni transvestismo:

 

El transexualismo auténtico se define como el conflicto entre el sexo físico normal y la tendencia psicológica que se experimenta en sentido opuesto.

Casi en la totalidad de los casos se trata de sujetos de sexo físico masculino que psicológicamente se sienten mujeres y que tienden a identificarse con el sexo femenino. Son muy raros los casos en sentido inverso, es decir, los sujetos físicamente mujeres que pretenden volverse hombres.

 

El transvestismo, por el contrario, es un síndrome en el cual no hay un deseo profundo de cambiar de sexo, sino que simplemente se ha instaurado una necesidad psíquica de vestirse con ropa del otro sexo, como condición necesaria para alcanzar la excitación sexual; y se busca la relación sexual con sujetos del sexo opuesto.

 

En la homosexualidad masculina, el sexo genético, el sexo gonadal, el sexo embrionario y el sexo genital son masculinos; pero los aspectos físicos del sexo son usados para la satisfacción erótica depositada en un sujeto del mismo sexo. El homosexual no desea cambiar de sexo, sino, simplemente, tener relaciones sexuales con varones.

Asimismo, en el lesbianismo, tanto el sexo genético como el sexo gonadal, el sexo embrionario y el sexo genital son todos femeninos; pero ella desea tener relaciones sexuales con mujeres.

 

Por todo esto, en el Diccionario, la voz «Sexo» (del latín sexus: sección, división, parcialidad, mitad en busca de otra mitad) se define como «Condición orgánica que distingue al macho de la hembra en los seres humanos». Y su segunda acepción no da más que dos opciones: «Conjunto de seres pertenecientes a un mismo sexo: sexo masculino, sexo femenino».

En cambio, «Género» (del latín genus, generis), es el «Conjunto de especies que tienen cierto número de caracteres comunes». Esto significa que la especie humana, junto con otras especies, conforma con ellas un género.

Por eso, es erróneo el uso de la palabra «género» para designar la sexualidad de un individuo.

 

Tampoco es acertado usar del término «género», para dar las supuestas tres opciones al individuo, ya que lo cierto es que para el individuo que nace no hay elección posible del sexo genético; y está científica y objetivamente comprobado que el sexo genético es el que determina los otros componentes biológicos:

Si el individuo es varón, todas las células de su organismo poseen cromosoma «Y»; por lo tanto ES masculino genética, gonadal, embrionaria y genitalmente. Y es varón aunque se sienta mejor como mujer o le atraigan los hombres.

Si se trata de una mujer, en ninguna de sus células existe un cromosoma «Y»; por lo tanto ES hembra genética, gonadal, embrionaria y genitalmente. Y es mujer aunque le atraigan las mujeres o se sienta mejor como hombre.

 

   

 

 

 

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