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Homofobia

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on November 10, 2020

La fobia a los homosexuales puede ser aversión, repugnancia, repulsión, asco, odio o antipatía, y se manifiesta de muchas maneras: discriminación, exclusión, rechazo, subvaloración, desprecios, burlas, insultos, maltratos…

Estas manifestaciones han existido por muchos años y son una evidentísima violación de los derechos humanos.

Sin embargo, hay otros individuos que, sin ser homófobos, no están de acuerdo con los actos homosexuales: consideran que los homosexuales son tan dignos como ellos y tienen sus mismos derechos, pero creen que el acto homosexual, en sí mismo, no es natural. Estos ciudadanos ejercen su libertad de pensamiento como lo hacen los demás: han decidido diferir del criterio, tan extendido hoy, de que hay 3 géneros: creen con certeza que existen únicamente 2 sexos que se complementan, tanto en el ámbito biológico, como en los planos afectivo, emocional, moral y espiritual.

Pensar así no es ser homófobos, pues no están vulnerando ningún derecho del homosexual.

Por ende, si alguien dice que no está de acuerdo con los actos homosexuales, tampoco está siendo homófobo, pues no está diciendo nada en contra de los homosexuales. Lo mismo ocurre si manifiesta la opinión de que no deberían mostrase escenas de homosexuales, cuando se sabe que esas escenas las pueden estar viendo niños: está en su derecho de querer proteger con sus criterios la formación de esos niños. Él tiene derecho a disentir en su pensamiento con otros, mientras no los ofenda, discrimine excluya, rechace, subvalore, desprecie, burle, insulte o maltrate.

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La homosexualidad: ¿natural?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on March 16, 2020

Si alguien dice: “La homosexualidad no es natural”, es posible que otro responda: “Eso es falso, puesto que se ve en los animales”.

Quien piensa así olvida 3 aspectos:

En primer lugar, la naturaleza humana es superior a la animal: entre las muchas diferencias que hay, el ser humano es racional (ninguna mascota u homínido es capaz de sumar, restar, multiplicar, deducir, filosofar, pensar en el futuro o el pasado, preguntarse por su destino…); otra diferencia es que el ser humano posee la facultad de la voluntad: puede decidir libremente sus actos, mientras que los animales se guían indefectiblemente por el instinto. Por eso, jamás se pueden comparar los actos humanos con los actos animales: el acto humano puede ser valorado moralmente (afirmando que es bueno o malo para sí mismo, para los demás o para el medio ambiente en el que vive); pero el acto animal, por ser instintivo, no se puede valorar moralmente: el animal no tiene opción: sigue su instinto, que va siempre en favor de su naturaleza.

Se deduce de esto que, cuando se afirma que la homosexualidad no es natural, lo que se está diciendo es que no es natural EN LA ESPECIE HUMANA, de muchísima mayor dignidad que la de un animal.

Añadamos algo más: una hembra, cuando le toca elegir entre su vida y la de su cría, la abandona en las fauces o garras de los predadores; esto no lo hará una madre humana: ella está dispuesta a dar la vida por su hijo. Quiere decir esto que el ser humano es capaz de amar: por el bien de otro individuo de su especie, se olvida de sí mismo, hasta el extremo de llegar a dar su misma vida con ese fin.

Así, pues, no se puede comparar al ser humano con un simple animal.

En segundo lugar, cualquier veterinario especializado en conducta animal -o etólogo-, nos puede explicar que, cuando un macho monta a otro, lo está haciendo por dominancia: establece así una jerarquía mayor sobre el que está montando (esto se da también entre las hembras de algunas especies, para determinar cuál es la hembra alfa: su prelación en la jerarquía animal). Además, es un movimiento instintivo, similar al del coito, pero se hace sobre una pierna o el lomo del otro, sin penetración alguna.

Por último, hay una inmensa diferencia entre los actos animales y los humanos: ese movimiento instintivo que realizan por dominancia los animales de una misma especie entre sí difiere por completo al establecimiento de una relación de pareja entre dos personas del mismo sexo en la especie humana, pues el primero —el del animal— es un acto inconsciente, mientras que el segundo —el humano— es un acto claramente consciente: los homosexuales siempre han defendido su relación basada en el amor o, al menos, en fuertes sentimientos, de los que están exentos los animales.

Debe añadirse aquí que, desde el punto de vista fisiológico, en la entrada vaginal, se encuentran las glándulas de Bartolín, cuya función es lubrificar la zona, para que no se produzcan erosiones o excoriaciones durante el coito. Pero ni el ano ni el recto tienen lubrificante alguno, lo que explica la alta incidencia de transmisión de sida en personas homosexuales, comparada con la de personas heterosexuales; esto significa que la homosexualidad no es fisiológica. Y tampoco es anatómica: la vagina tiene la misma forma y tamaño que el pene: se acoplan perfectamente; esto no ocurre entre el pene y el recto (y menos entre lesbianas: la vagina no se complementa con los dedos, instrumentos u otros reemplazos del pene).

En consecuencia, la homosexualidad —que propiamente hablando solo se da en la especie humana— va en contra de SU propia naturaleza.

Y, por esto mismo, el homosexual se hace daño a sí mismo cuando realiza actos homosexuales, que van en contra de las características esenciales que posee como ser humano: su inteligencia y la capacidad de usar su voluntad libre, reduciendo así su dignidad, infinitamente superior a la de un simple animal (que nunca se rebaja, ya que siempre sigue su instinto).

 

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La homofobia y otras fobias

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on November 28, 2017

La homofobia o aversión hacia la homosexualidad o las personas homosexuales es hoy uno de las fobias más nombradas, y cobija a las lesbianas, los bisexuales, las personas transgénero e intersexuales.

Tanto ha crecido la popularidad de este vocablo, que la mínima mención de estas personas o conductas ya se tilda de aversión, es decir, de fobia; usted no puede opinar o decir nada acerca de ellas sin que lo llamen homófobo: si ve a dos lesbianas besándose en público y se le ocurre decir que eso lo deberían hacer en privado o siquiera las mira, inmediatamente habrá quien lo acuse de homófobo.

Lo curioso es que —también en nuestros tiempos— se propugna en todos los ambientes la idea del respeto por los principios y credos de los demás, impidiendo que en lugares públicos se coloquen símbolos religiosos, filosóficos o políticos; en otras palabras: amparados en el respeto que se le debe a los demás, se prohíbe expresar públicamente las creencias para no ir en contra del fuero interno de otros, pero no se considera incorrecto tener conductas que pueden ofender los valores y criterios de quienes no las comparten o, lo que es lo mismo, su fuero interno. Y esto es una fobia contra los valores y criterios de otros.

Se llega al extremo de tildar a los heterosexuales como una especie en extinción, retrógrados, personas que no han evolucionado, etc. Nace entonces la pregunta: ¿Eso no se podría denominar heterofobia: fobia contra los heterosexuales?

Hay ya quienes ponen en entredicho los valores y criterios familiares de algunos, calificándolos también de pasados de moda, retrógrados, medioevales… ¿No deberíamos llamar eso fobia contra la familia?

Otra cosa: ¿Acaso no existe hoy una gran fobia contra la moral y la ética?

En resumen: ¿Por qué se aplica únicamente la homofobia en los juicios? ¿Por qué no hay equidad en las fobias?

 

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Un acercamiento a las causas de la homosexualidad

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on June 27, 2011

 

Según los últimos análisis psicológicos realizados en estos individuos, el ingrediente que más puede incidir para que aparezca la propensión a la conducta homosexual masculina es la educación errónea por parte del padre. De hecho, hoy se cree imposible que exista un homosexual sin algún grado de ausencia de cariño paterno.

Esos estudios indican que hay dos comportamientos paternos que inducen a la homosexualidad de un hijo:

1) El padre distante, alejado o frío en el trato con su hijo

Frecuentísimo error, más común ahora que antes, porque hoy parece primar el bienestar material de los hijos sobre el bienestar afectivo y emocional: «Estoy trabajando mucho para darles todo a mis hijos», suelen decir estos padres, y olvidan que lo que sus hijos requieren más es el tiempo que se les dedique, pues es lo único que les proporcionará la tranquilidad, la confianza, la seguridad, el buen juicio y la capacidad para madurar adecuadamente y ser auténticamente felices.

Por añadidura, ese tiempo con ellos y el amor que representa, compartiendo sus vidas (padre e hijo) es la «vacuna» más eficaz contra la homosexualidad: un niño que recibe amor (más que dinero y cosas materiales) difícilmente se hará homosexual, como se verá a continuación.

2) El padre enérgico y duro y hasta violento

Esta circunstancia es también bastante más frecuente de lo que parece, en las sociedades eminentemente machistas de hoy: es habitual, por ejemplo, el argumento de muchos padres que creen que si tratan con ternura o dulzura a su hijo varón, lo impulsarán a la homosexualidad. Y lo que sucede es exactamente lo contrario: hoy se sabe con certeza que es precisamente la falta de cariño paterno lo que hace que ellos traten de suplirla buscando el afecto de otro varón.

Esto ocurre porque, en el niño la imagen paterno–masculina se entremezcla en su cerebro infantil, sin que pueda hacer una distinción clara de ambos conceptos–personas. Al crecer, justamente por la carencia afectiva, les cuesta mucho más trabajo, en el proceso de maduración, deshacer ese conflicto. En esas condiciones, se opta por conseguir ese cariño inexistente o pobre, a toda costa, en un afecto varonil.

Este factor, pues, es determinante.

Y si a esta conducta paterna se suma una madre del tipo de la mujer seductora, que domina y minimiza a su marido —lo demuestran también las estadísticas—, se impulsará más la orientación a la homosexualidad.

El caso de las mujeres —más raro que el de los hombres pero más frecuente de lo que se suele creer— se desarrolla también con más facilidad si falta el cariño paterno, aunque la secuencia psicológica es distinta:

Por esa carencia afectiva, algunas de ellas desarrollan —por algún mecanismo todavía no explicado científicamente— una aversión contra el sexo masculino, que a veces llega hasta el odio.

De ahí que sólo aceptan relaciones abiertas y confiadas con las mujeres, mientras que a los hombres los consideran seres despreciables u odiables, con quienes no conviene interrelacionar, ni compartir abiertamente con ellos las emociones de la vida y, mucho menos, la entrega de sus afectos…

Debe afirmarse que no todas las mujeres que se ven afectadas de esta manera por esta falta de afecto paternal. Por el contrario: hoy se sabe que la mayoría de las mujeres optan por reemplazar esa carencia con otro hombre que llene las ansias de ser amado que todo ser humano lleva en su interior. En estos casos, lo que suele ocurrir es que las experiencias negativas que se les presentan las van llenando de frustraciones seguidas, que generan inconformidad y mayor ansia de llenar sus expectativas con otro hombre…

Pero debe decirse que, aunque el conocimiento científico que se posee hoy es ya un acercamiento a las causas del lesbianismo, pero también deben seguirse buscando los demás factores que inclinen a algunas mujeres hacia la conducta homosexual.

 

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