Saber vivir

Posts Tagged ‘Afectivo’

¿Debe aceptar una mujer tener relaciones sexuales sin casarse?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on November 12, 2023

Una relación verdaderamente seria consiste en irse conociendo y enamorando hasta tener el deseo de compartirlo todo: la vida, los sentimientos, los afectos, las emociones…, y de entregarse del todo, en una relación de amor verdadero, sin reservas y para siempre. Es por todo esto que la entrega debe ser evidente y explícita, en un acto en el que se consagran mutuamente sus vidas, para amarse del todo a partir de ese momento, y dedicarse con todas las fuerzas a construir un NOSOTROS feliz. Se entregan no sólo en lo biológico y en lo afectivo, sino también en lo emocional y en lo espiritual, es decir, se dan el uno al otro totalmente, sin condiciones y hasta la muerte.

Quienes no se entregan así —del todo—, sino que se dan parcialmente, sólo en lo afectivo y en lo biológico, muy difícilmente serán felices, pues siempre encontrarán su relación incompleta. 

Desafortunadamente, muchos hombres ya han tenido ese tipo de entrega parcial (no total), y por eso no saben amar por completo: sabrán compartir cosas, afectos y el sexo, pero no saben que existe algo más alto, más valioso: amor auténtico y, por eso, verdaderamente humano.

Quienes han vivido esas experiencias suelen valorar poco a los demás y valorarse poco a sí mismos; por esto, no creen que exista la posibilidad de un amor total. Suelen ser incapaces de dominar sus instintos y dirigirlos a un fin más alto, más digno; se dejan llevar por esos instintos en sus relaciones, y consideran normal y natural que las relaciones no duren para siempre, y eso implica que no satisfagan ni lleven a la felicidad. En resumen, no han aprendido a domar sus pasiones y sentimientos con su voluntad; y tampoco aspiran a la felicidad conyugal ni familiar, que consideran utópica e inalcanzable.

Para conseguir una felicidad así es necesario tener fuerza de voluntad, reconocerse capaces de construir una sólida relación de amor auténtico, en la que cada uno lucha por la felicidad del otro, como si estuvieran en una competencia de amor, para ver quién ama más al otro, quién hace más feliz al otro. Y para ello, hay que ser totalmente humanos y estar dispuestos a dominar instintos y sentimientos por el bien del otro. Es por esto que las relaciones sexuales deben comenzar una vez que se ha realizado formalmente esa entrega, es decir, después del matrimonio.

Y para conseguir que un hombre crezca en este sentido, la mujer debe invitarlo a crecer como ser humano, poniéndolo a prueba constantemente; preguntándole, por ejemplo: “¿Me amas?” Y, ante la respuesta afirmativa suya, decirle algo así como: “Demuéstramelo haciendo tal o cual cosa por mí.” Poco a poco, con esta técnica, el hombre aprenderá a sacrificar sus egoísmos y a crecer como ser humano, pues se irá dando cuenta de que es capaz de dominar sus gustos para favorecer a alguien, lo que es el inicio de la liberación de sus egoísmos y el comienzo del amor. Y, cuando él le proponga tener relaciones sexuales, le preguntará ella otra vez: “¿Me amas?” Y, ante la respuesta afirmativa suya, decirle algo así como: “Demuéstramelo esperándote hasta el matrimonio; así creeré en tu amor.” Con el tiempo, si él persevera buscando cómo conquistarla, esa mujer tendrá a su lado a un hombre desapegado de sí mismo, libre para amar y atractivo desde el punto de vista más importante de todos: capaz de sacrificarse por amor y lleno de virtudes humanas.

Mientras tanto, cuide ella sus instintos: que no la lleven a destruir la felicidad que quiere construir: no se quede jamás a solas con un hombre que no se ha entregado a ella por completo: la tentación puede hacer derrumbar sus sueños de felicidad.

Posted in Amor, La mujer, Matrimonio, Sexualidad | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on ¿Debe aceptar una mujer tener relaciones sexuales sin casarse?

Cómo conquistar a una mujer

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on October 27, 2022

 

Los hombres son muy diferentes a las mujeres, no solo en el aspecto obvio, el biológico, sino también y principalmente en el orden afectivo y emocional.

Lo primero que hay que decir es que a las mujeres no se les “llega” a través de razonamientos, sino a través del corazón: ellas no se convencen, sino que primero se conmueven, y después —ya conmovidas— sí se las puede convencer de que ese hombre es el indicado.

Por esto es indispensable que el interesado reúna las características del hombre ideal, que para ellas no son tanto ser atractivo, culto, inteligente, ilustrado, honesto, adinerado, de buenas costumbres, etc. (aunque las consideran valiosas), sino más bien, en orden, de la menor en importancia a la mayor:

5) detallista y caballeroso,

4) alegre y divertido,

3) de gran iniciativa,

2) con ideales concretos (a ellas no les importa si esos ideales son grandes o pequeños) y, sobre todo,

1) conquistador.

Los hombres son conquistadores por naturaleza; esto significa que esa característica les es muy atractiva a ellas y es la que más las conmueve.

Por eso, desde que exista simpatía (inclinación afectiva), empatía (identificación mental y afectiva) o, aunque sea, atractivo, nunca les cansará cualquier acto que represente alguna forma de conquista. Así, la galantería, la cortesía, la gracia, la elegancia, etc., si están unidas a un obsequio de cualquier tipo, serán siempre bien recibidas; ahora bien, cuando se habla de obsequio, se refiere a cualquiera de ellos: desde una simple sonrisa hasta un regalo material y costoso. Entre todos los obsequios, los más valiosos para cualquier mujer (desde la más niña hasta una anciana) son 3:

1) al comienzo de la relación, los piropos (cumplidos, elogios),

2) ya en una etapa de cariño o afecto, las palabras afectivas (dichas o escritas) y

3) cuando ya hay amor, los hechos: trabajar por la felicidad de ella.

Aplicadas cada una en la etapa correspondiente, ni los piropos, ni las palabras afectivas, ni lo que haga el hombre por ella cansarán a una mujer.

Así, pues, si algún hombre quiere conquistar o retener a una mujer, no debe darle argumentaciones, razones de conveniencia, etc.; fracasará (esto opera aun cuando la mujer sea muy del tipo intelectual).

Su principal estrategia de conquista serán los piropos; si ya ha captado su atención, que nunca le falten palabras amorosas para con ella; y, si ya la ama, que se dedique a mostrar los actos con los que trabaja por su felicidad. Se puede afirmar que —con estas armas— serán muy raros los casos en los cuales un hombre no pueda conquistar a una mujer.

Posted in Amor, La mujer, Saber vivir | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on Cómo conquistar a una mujer

¿Adultos?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on January 23, 2022

Tanto en Canadá como en los Estados Unidos y otras naciones se ha establecido el criterio de que a los 18 años los hijos tengan todas las libertades. Se ha popularizado entre los padres la idea de que a esa edad ya son adultos y, por consiguiente, que la educación que se les debe dar llega hasta ese momento: se desentienden por completo de lo que les pueda ocurrir a esos jóvenes, y los lanzan al mundo, recomendándoles exclusivamente no adquirir enfermedades de transmisión sexual y evitar los embarazos. Esos jóvenes se van a trabajar o a estudiar en universidades y viven en apartamentos o residencias estudiantiles, en donde se desenfrenan totalmente, especialmente a través de la promiscuidad sexual. Como en los años anteriores —los escolares— se les ha enseñado la misma “moral” sexual de sus padres, basada solamente en el criterio de evitar hijos y enfermedades de transmisión sexual, lo que hacen en ese momento es usar el condón y otros métodos anticonceptivos, teniendo relaciones genitales con cuantos(as) puedan.

El repetidísimo argumento de que ya son adultos, y que por eso pueden hacer todo lo que quieran, los llevó a una concepción totalmente desviada de la naturaleza de la genitalidad, de la sexualidad y hasta la de su propio ser. Por esto, conviene dejar en claro estos tres conceptos:

  1. Uno de los componentes léxicos de la palabra genitalidad es genitare, que significa generar, producir, engendrar. Con esto queda claro que la palabra genitalidad se refiere a la procreación.

  2. Sexualidad, por el contrario, significa sexo, división, sección, mitad en busca de otra mitad. La sexualidad está impresa en todo el organismo humano: hay quienes tienen cromosomas Y en todas las células de su cuerpo —los varones— y quienes no los tienen: las mujeres. Así se deduce que la sexualidad es un concepto mucho más amplio que la genitalidad, y que involucra todo el comportamiento que se puede desarrollar entre un hombre y una mujer.

  3. Para entender el tercer concepto, la naturaleza o esencia del ser humano, debemos saber que, a diferencia de los animales que poseen un alma sensible y de las plantas que poseen un alma vegetativa, los seres humanos tienen un alma espiritual; la Academia de la Lengua nos informa que esta alma es racional e inmortal, lo que nos da una idea de nuestra dignidad, es decir, de nuestro valor: las acciones de los seres humanos poseen una trascendencia de la que carecen los demás seres. Otra característica propia del ser humano es la libertad: las plantas y los animales siguen el inexorable decurso de su naturaleza y no pueden escapar de sus leyes, pero el ser humano posee un atributo que lo hace capaz de ir en contra de su finalidad propia: la voluntad. El ser humano es el único, entre todos, que puede realizar actos en contra de su propia realización, contra su propia felicidad.

Como lo expresamos tres párrafos atrás, por ser racional, el ser humano es capaz de comprender que la genitalidad está en su cuerpo para procrear: quien estudia aun someramente la constitución anatómica y fisiológica de los genitales masculinos y femeninos aprende que todo en ellos está orientado a la procreación: la cópula sexual prepara todo para que los espermatozoides salgan en búsqueda del óvulo con el fin de penetrar su membrana y producir una nueva vida. Quiere decir esto que, aunque se produce placer en la cópula, la genitalidad tiene como finalidad la generación de nuevas vidas humanas, del mismo modo como el hecho de ingerir alimentos tiene como finalidad la nutrición de nuestro organismo, aunque se sienta placer al alimentarse. Por esto mismo, es fácil entender que comer desaforadamente, tal y como lo hacían los romanos al comienzo de la era cristiana, produciéndose el vómito para seguir disfrutando del placer de alimentarse, raya en la perversión. Asimismo, podemos detectar esa perversión en quien realiza los actos genitales con la sola finalidad de producirse placer. Estos dos ejemplos muestran como la libertad del ser humano puede ser utilizada en contra de su propia naturaleza.

Es importante aclarar aquí que el hecho de que no siempre se conciba un ser humano nuevo tras una cópula sexual no significa que la finalidad de los genitales sea otra: está en la misma naturaleza de la mujer no ser fértil todos los días de su ciclo menstrual; por ende, las relaciones sexuales que se tienen durante ese periodo no dejan de ser naturales. El desorden aparece cuando se violan las leyes de la naturaleza, como se hace con el condón, los demás anticonceptivos y las mutilaciones (la ligadura de las trompas de Falopio en ellas y de los conductos deferentes, en ellos). En otras palabras, todo encuentro genital entre un hombre y una mujer abierto a la vida está acorde con su propia naturaleza, es decir, con su propia dignidad; por el contrario, las relaciones genitales que se realizan con la única finalidad de producirse placer mutuo pervierten el valor del ser humano.

A todo lo dicho, debe sumarse otra idea esencial en la naturaleza humana: Como se había dicho anteriormente, el ser humano tiene un alma inmortal y, por ende, trascendental. Esto quiere decir que la entrega entre un varón y una mujer, para que sea una entrega verdaderamente humana, debería darse en todos los planos en los que se desarrollan esas vidas humanas: el biológico, el afectivo, el emocional y el espiritual. Dicho de otra manera, debería ser una entrega mutua, total, sin condiciones y hasta la muerte. Sólo en este marco se entiende la cópula genital como la expresión máxima de un amor humano auténtico: el ápice de esa misma entrega. En consecuencia, las relaciones genitales que no se dan dentro de este marco que se acaba de describir carecen de las características fundamentales para considerarlas amor auténtico, verdaderas entregas humanas. Y esto es, precisamente, lo que está destruyendo el criterio aducido al comienzo del artículo: que los jóvenes de 18 años ya son adultos y pueden hacer lo que quieran con su genitalidad: llegan después al matrimonio —si es que se casan— con el cuerpo marchito y el alma desencantada. Esto explica el altísimo índice de fracasos matrimoniales, de divorcios y de tanto dolor para los hijos concebidos que, sin haber recibido un ejemplo totalmente humano de la relaciones sexuales y genitales, serán incapaces de construir una vida conyugal feliz y, mucho menos, una vida familiar luminosa, apacible y alegre —como debería ser—, que salvaguarde la estabilidad emocional de los hijos y propicie la madurez de sus afectos.

Decía Mahatma Gandhi que el ser humano es el único que puede hacer y, sobre todo, cumplir promesas y votos. Por esto y todo lo anteriormente dicho, siempre se ha recomendado que las relaciones genitales se den dentro del matrimonio, expresión máxima del compromiso que adquieren los contrayentes de luchar por la mutua felicidad, siendo fieles hasta la muerte y dando lo mejor de sí; y esto no lo puede realizar la persona esclavizada por el placer, sin dominio de la voluntad, la que hace verdaderos adultos (no una determinada edad), y única con la que se puede forjar la felicidad auténtica.

Posted in Amor, Educación, La mujer, Matrimonio, Sexualidad | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on ¿Adultos?

Homofobia

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on November 10, 2020

La fobia a los homosexuales puede ser aversión, repugnancia, repulsión, asco, odio o antipatía, y se manifiesta de muchas maneras: discriminación, exclusión, rechazo, subvaloración, desprecios, burlas, insultos, maltratos…

Estas manifestaciones han existido por muchos años y son una evidentísima violación de los derechos humanos.

Sin embargo, hay otros individuos que, sin ser homófobos, no están de acuerdo con los actos homosexuales: consideran que los homosexuales son tan dignos como ellos y tienen sus mismos derechos, pero creen que el acto homosexual, en sí mismo, no es natural. Estos ciudadanos ejercen su libertad de pensamiento como lo hacen los demás: han decidido diferir del criterio, tan extendido hoy, de que hay 3 géneros: creen con certeza que existen únicamente 2 sexos que se complementan, tanto en el ámbito biológico, como en los planos afectivo, emocional, moral y espiritual.

Pensar así no es ser homófobos, pues no están vulnerando ningún derecho del homosexual.

Por ende, si alguien dice que no está de acuerdo con los actos homosexuales, tampoco está siendo homófobo, pues no está diciendo nada en contra de los homosexuales. Lo mismo ocurre si manifiesta la opinión de que no deberían mostrase escenas de homosexuales, cuando se sabe que esas escenas las pueden estar viendo niños: está en su derecho de querer proteger con sus criterios la formación de esos niños. Él tiene derecho a disentir en su pensamiento con otros, mientras no los ofenda, discrimine excluya, rechace, subvalore, desprecie, burle, insulte o maltrate.

Posted in Reflexiones, Sexualidad | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on Homofobia

El derecho a adoptar niños

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on November 9, 2020

La adopción de niños se estableció con la finalidad de darles a ellos lo que no tienen: unos padres, un hogar, amor, bienestar afectivo y emocional, salud, educación, etc.

El acto de adoptar un niño busca, pues, suplir en él todo aquello de lo que carece o carecerá al no tener padres, sea porque los perdió o porque por cualquier circunstancia sus padres biológicos no se harán cargo de él.

Es un servicio que se le presta, busca el bien de ese niño o niña, el de nadie más.

Por esto, invocar el “derecho” de adoptar está en contraposición con la esencia de la adopción: pretende supeditar los derechos de la niña o el niño a los de los adoptantes. Y, en consecuencia, equipara la adopción de un ser humano al de una mascota o a la adquisición de un bien: afirmar que “Tenemos derecho a adoptar” equivale a decir: “Ese niño o niña es el objeto del que me voy a valer para conseguir lo que deseo: mi propio bienestar”, no el de la niña o niño.

En el acto de adoptar hay sólo un derecho: el del niño o niña que va a ser adoptado. Quienes lo van a adoptar no buscan sus derechos, sino suplir los de aquellos a quienes adoptan.

Posted in Amor, Reflexiones, Saber vivir | Tagged: , , , , , , , , , , , | Comments Off on El derecho a adoptar niños

El dinero de los esposos

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on March 21, 2018

 

Antes de que se estableciera el matrimonio como la ceremonia que conocemos, la entrega de una pareja de adultos entre los primeros seres humanos, consistía en un tácito acuerdo de fidelidad absoluta. Así, por ejemplo, en una entrevista, el doctor Terrence Deacon (paleoantropólogo) explica, hablando de las características propias del Homo Sapiens:

“Creo que el problema que se plantea […] es el de encontrar medios para establecer conductas sociales predecibles, concretamente en torno a la sexualidad: conductas socialmente aceptadas en cuanto a la inclusión o a la exclusión de las relaciones sexuales. Unas relaciones así establecidas no son meros apareamientos; en cierto sentido son promesas. Son mensajes acerca de un futuro posible, acerca de lo que debe o no debe suceder […]. Creo que el primer contexto en el que evoluciona la representación simbólica es algo así como un ritual de boda, la determinación pública y social de ciertas obligaciones sexuales y exclusiones reproductivas.” (“Hombre mono”, Rod Caird: entrevista a Terrence Deacon, neurobiólogo de la universidad de Boston, agosto de 1993)

Asimismo, desde sus inicios, ese acuerdo implicaba la entrega mutua, total, sin condiciones e irreversible de sus seres: el uno se da al otro totalmente y para siempre.

Junto con otras, ambas características, según este y otros paleoantropólogos, definen al ser humano y lo diferencian de las otras especies.

El matrimonio de hoy es ese ritual —ya explícito— en que dos seres humanos de distinto sexo se comprometen ante la sociedad toda (y ante un Dios, entre los creyentes) a amarse, entregándose no solo todas sus pertenencias, sino también y principalmente ellos mismos: sus mismos seres, para el enriquecimiento del otro; una donación total que se hace con la única finalidad de construir un nosotros, en el que siguen su camino —ahora juntos— para alcanzar la plenitud de la felicidad en el plano afectivo.

Pero esa entrega total implica que se dé en los 3 planos en los que se mueve el ser humano: el biológico (sus cuerpos), el psicológico (afectos, emociones) y el espiritual (lo hacen para siempre). Pretenden así llegar a la realización personal en el plano afectivo, y a la felicidad personal y de pareja. Y, como consecuencia natural de esa entrega total, se da la procreación (si no hay impedimento de salud), evidencia sublime de ese amor, de esa entrega.

Es en este contexto en donde se entienden mejor esas exclusiones sexuales de por vida que se dan en los seres humanos, desde sus comienzos, y que tanto los distinguen de las demás especies: había una promesa implícita de vivir en adelante el uno para el otro, con todo su ser.

En esta entrega total, con todas las connotaciones descritas, es totalmente incomprensible la conducta tan arraigada hoy entre la parejas: que cada uno maneje su propio dinero, y que cada uno se encargue de determinados gastos del hogar; o  el que haya esposos varones que manejan esos gastos, sin permitir que sus esposas (aquellas que no tienen ingresos) intervengan. Peor aún es el caso de quienes le dan una mesada a sus esposas o que ni siquiera hacen eso: nunca les dan nada. La incongruencia es total: en una relación auténticamente humana se supone que entregan todos sus seres el uno al otro, ¿y se reservan el dinero?

Ese actuar está muy por debajo de la entrega que debería darse ente dos individuos y desdice de su dignidad. Lo humano es que los ingresos sean manejados por ambos.

Lo peor de esta conducta es que los esposos se van acostumbrando a esa idea de no compartirlo todo: comienzan por el dinero y las cosas materiales y terminan aislándose afectivamente cada día más. Y los hijos observan ese comportamiento tan poco humano, con lo que se presagia también en ellos la infelicidad conyugal que aprendieron de sus padres.

 

Posted in Matrimonio | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on El dinero de los esposos