Saber vivir

Posts Tagged ‘Felicidad’

¿Amor?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on April 23, 2024

Puesta a escoger, una mamá que verdaderamente ama a su hijo prefiere sufrir su ausencia con tal de que él sea feliz. Es que el amor auténtico es desapegado: quien ama de veras no busca su propia complacencia sino la felicidad de la persona que ama.
Podemos pasar toda la vida tratando de llenar nuestras carencias afectivas con el amor que nos puedan dar, pensando que eso es amar, sin darnos cuenta de que es precisamente lo contrario: buscar ser amados; no hacer feliz al amado, sino que nos hagan felices. Y esto es egoísmo, lo más opuesto al amor.

Posted in Amor, Educación, Reflexiones, Saber vivir | Tagged: , , , , , , , , , , , | Comments Off on ¿Amor?

¿Debe aceptar una mujer tener relaciones sexuales sin casarse?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on November 12, 2023

Una relación verdaderamente seria consiste en irse conociendo y enamorando hasta tener el deseo de compartirlo todo: la vida, los sentimientos, los afectos, las emociones…, y de entregarse del todo, en una relación de amor verdadero, sin reservas y para siempre. Es por todo esto que la entrega debe ser evidente y explícita, en un acto en el que se consagran mutuamente sus vidas, para amarse del todo a partir de ese momento, y dedicarse con todas las fuerzas a construir un NOSOTROS feliz. Se entregan no sólo en lo biológico y en lo afectivo, sino también en lo emocional y en lo espiritual, es decir, se dan el uno al otro totalmente, sin condiciones y hasta la muerte.

Quienes no se entregan así —del todo—, sino que se dan parcialmente, sólo en lo afectivo y en lo biológico, muy difícilmente serán felices, pues siempre encontrarán su relación incompleta. 

Desafortunadamente, muchos hombres ya han tenido ese tipo de entrega parcial (no total), y por eso no saben amar por completo: sabrán compartir cosas, afectos y el sexo, pero no saben que existe algo más alto, más valioso: amor auténtico y, por eso, verdaderamente humano.

Quienes han vivido esas experiencias suelen valorar poco a los demás y valorarse poco a sí mismos; por esto, no creen que exista la posibilidad de un amor total. Suelen ser incapaces de dominar sus instintos y dirigirlos a un fin más alto, más digno; se dejan llevar por esos instintos en sus relaciones, y consideran normal y natural que las relaciones no duren para siempre, y eso implica que no satisfagan ni lleven a la felicidad. En resumen, no han aprendido a domar sus pasiones y sentimientos con su voluntad; y tampoco aspiran a la felicidad conyugal ni familiar, que consideran utópica e inalcanzable.

Para conseguir una felicidad así es necesario tener fuerza de voluntad, reconocerse capaces de construir una sólida relación de amor auténtico, en la que cada uno lucha por la felicidad del otro, como si estuvieran en una competencia de amor, para ver quién ama más al otro, quién hace más feliz al otro. Y para ello, hay que ser totalmente humanos y estar dispuestos a dominar instintos y sentimientos por el bien del otro. Es por esto que las relaciones sexuales deben comenzar una vez que se ha realizado formalmente esa entrega, es decir, después del matrimonio.

Y para conseguir que un hombre crezca en este sentido, la mujer debe invitarlo a crecer como ser humano, poniéndolo a prueba constantemente; preguntándole, por ejemplo: “¿Me amas?” Y, ante la respuesta afirmativa suya, decirle algo así como: “Demuéstramelo haciendo tal o cual cosa por mí.” Poco a poco, con esta técnica, el hombre aprenderá a sacrificar sus egoísmos y a crecer como ser humano, pues se irá dando cuenta de que es capaz de dominar sus gustos para favorecer a alguien, lo que es el inicio de la liberación de sus egoísmos y el comienzo del amor. Y, cuando él le proponga tener relaciones sexuales, le preguntará ella otra vez: “¿Me amas?” Y, ante la respuesta afirmativa suya, decirle algo así como: “Demuéstramelo esperándote hasta el matrimonio; así creeré en tu amor.” Con el tiempo, si él persevera buscando cómo conquistarla, esa mujer tendrá a su lado a un hombre desapegado de sí mismo, libre para amar y atractivo desde el punto de vista más importante de todos: capaz de sacrificarse por amor y lleno de virtudes humanas.

Mientras tanto, cuide ella sus instintos: que no la lleven a destruir la felicidad que quiere construir: no se quede jamás a solas con un hombre que no se ha entregado a ella por completo: la tentación puede hacer derrumbar sus sueños de felicidad.

Posted in Amor, La mujer, Matrimonio, Sexualidad | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on ¿Debe aceptar una mujer tener relaciones sexuales sin casarse?

¿Ofensas? ¿Calumnias?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on May 4, 2023

-No permitas que te alcancen las ofensas o las calumnias de los demás: ignóralos, y sé feliz. Y deja que se enreden en sus iras y envidias.

-Al final, triunfará la verdad.

Posted in Educación, Reflexiones, Saber vivir | Tagged: , , , , , , | Comments Off on ¿Ofensas? ¿Calumnias?

Cómo conquistar a una mujer

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on October 27, 2022

 

Los hombres son muy diferentes a las mujeres, no solo en el aspecto obvio, el biológico, sino también y principalmente en el orden afectivo y emocional.

Lo primero que hay que decir es que a las mujeres no se les “llega” a través de razonamientos, sino a través del corazón: ellas no se convencen, sino que primero se conmueven, y después —ya conmovidas— sí se las puede convencer de que ese hombre es el indicado.

Por esto es indispensable que el interesado reúna las características del hombre ideal, que para ellas no son tanto ser atractivo, culto, inteligente, ilustrado, honesto, adinerado, de buenas costumbres, etc. (aunque las consideran valiosas), sino más bien, en orden, de la menor en importancia a la mayor:

5) detallista y caballeroso,

4) alegre y divertido,

3) de gran iniciativa,

2) con ideales concretos (a ellas no les importa si esos ideales son grandes o pequeños) y, sobre todo,

1) conquistador.

Los hombres son conquistadores por naturaleza; esto significa que esa característica les es muy atractiva a ellas y es la que más las conmueve.

Por eso, desde que exista simpatía (inclinación afectiva), empatía (identificación mental y afectiva) o, aunque sea, atractivo, nunca les cansará cualquier acto que represente alguna forma de conquista. Así, la galantería, la cortesía, la gracia, la elegancia, etc., si están unidas a un obsequio de cualquier tipo, serán siempre bien recibidas; ahora bien, cuando se habla de obsequio, se refiere a cualquiera de ellos: desde una simple sonrisa hasta un regalo material y costoso. Entre todos los obsequios, los más valiosos para cualquier mujer (desde la más niña hasta una anciana) son 3:

1) al comienzo de la relación, los piropos (cumplidos, elogios),

2) ya en una etapa de cariño o afecto, las palabras afectivas (dichas o escritas) y

3) cuando ya hay amor, los hechos: trabajar por la felicidad de ella.

Aplicadas cada una en la etapa correspondiente, ni los piropos, ni las palabras afectivas, ni lo que haga el hombre por ella cansarán a una mujer.

Así, pues, si algún hombre quiere conquistar o retener a una mujer, no debe darle argumentaciones, razones de conveniencia, etc.; fracasará (esto opera aun cuando la mujer sea muy del tipo intelectual).

Su principal estrategia de conquista serán los piropos; si ya ha captado su atención, que nunca le falten palabras amorosas para con ella; y, si ya la ama, que se dedique a mostrar los actos con los que trabaja por su felicidad. Se puede afirmar que —con estas armas— serán muy raros los casos en los cuales un hombre no pueda conquistar a una mujer.

Posted in Amor, La mujer, Saber vivir | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on Cómo conquistar a una mujer

¿Adultos?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on January 23, 2022

Tanto en Canadá como en los Estados Unidos y otras naciones se ha establecido el criterio de que a los 18 años los hijos tengan todas las libertades. Se ha popularizado entre los padres la idea de que a esa edad ya son adultos y, por consiguiente, que la educación que se les debe dar llega hasta ese momento: se desentienden por completo de lo que les pueda ocurrir a esos jóvenes, y los lanzan al mundo, recomendándoles exclusivamente no adquirir enfermedades de transmisión sexual y evitar los embarazos. Esos jóvenes se van a trabajar o a estudiar en universidades y viven en apartamentos o residencias estudiantiles, en donde se desenfrenan totalmente, especialmente a través de la promiscuidad sexual. Como en los años anteriores —los escolares— se les ha enseñado la misma “moral” sexual de sus padres, basada solamente en el criterio de evitar hijos y enfermedades de transmisión sexual, lo que hacen en ese momento es usar el condón y otros métodos anticonceptivos, teniendo relaciones genitales con cuantos(as) puedan.

El repetidísimo argumento de que ya son adultos, y que por eso pueden hacer todo lo que quieran, los llevó a una concepción totalmente desviada de la naturaleza de la genitalidad, de la sexualidad y hasta la de su propio ser. Por esto, conviene dejar en claro estos tres conceptos:

  1. Uno de los componentes léxicos de la palabra genitalidad es genitare, que significa generar, producir, engendrar. Con esto queda claro que la palabra genitalidad se refiere a la procreación.

  2. Sexualidad, por el contrario, significa sexo, división, sección, mitad en busca de otra mitad. La sexualidad está impresa en todo el organismo humano: hay quienes tienen cromosomas Y en todas las células de su cuerpo —los varones— y quienes no los tienen: las mujeres. Así se deduce que la sexualidad es un concepto mucho más amplio que la genitalidad, y que involucra todo el comportamiento que se puede desarrollar entre un hombre y una mujer.

  3. Para entender el tercer concepto, la naturaleza o esencia del ser humano, debemos saber que, a diferencia de los animales que poseen un alma sensible y de las plantas que poseen un alma vegetativa, los seres humanos tienen un alma espiritual; la Academia de la Lengua nos informa que esta alma es racional e inmortal, lo que nos da una idea de nuestra dignidad, es decir, de nuestro valor: las acciones de los seres humanos poseen una trascendencia de la que carecen los demás seres. Otra característica propia del ser humano es la libertad: las plantas y los animales siguen el inexorable decurso de su naturaleza y no pueden escapar de sus leyes, pero el ser humano posee un atributo que lo hace capaz de ir en contra de su finalidad propia: la voluntad. El ser humano es el único, entre todos, que puede realizar actos en contra de su propia realización, contra su propia felicidad.

Como lo expresamos tres párrafos atrás, por ser racional, el ser humano es capaz de comprender que la genitalidad está en su cuerpo para procrear: quien estudia aun someramente la constitución anatómica y fisiológica de los genitales masculinos y femeninos aprende que todo en ellos está orientado a la procreación: la cópula sexual prepara todo para que los espermatozoides salgan en búsqueda del óvulo con el fin de penetrar su membrana y producir una nueva vida. Quiere decir esto que, aunque se produce placer en la cópula, la genitalidad tiene como finalidad la generación de nuevas vidas humanas, del mismo modo como el hecho de ingerir alimentos tiene como finalidad la nutrición de nuestro organismo, aunque se sienta placer al alimentarse. Por esto mismo, es fácil entender que comer desaforadamente, tal y como lo hacían los romanos al comienzo de la era cristiana, produciéndose el vómito para seguir disfrutando del placer de alimentarse, raya en la perversión. Asimismo, podemos detectar esa perversión en quien realiza los actos genitales con la sola finalidad de producirse placer. Estos dos ejemplos muestran como la libertad del ser humano puede ser utilizada en contra de su propia naturaleza.

Es importante aclarar aquí que el hecho de que no siempre se conciba un ser humano nuevo tras una cópula sexual no significa que la finalidad de los genitales sea otra: está en la misma naturaleza de la mujer no ser fértil todos los días de su ciclo menstrual; por ende, las relaciones sexuales que se tienen durante ese periodo no dejan de ser naturales. El desorden aparece cuando se violan las leyes de la naturaleza, como se hace con el condón, los demás anticonceptivos y las mutilaciones (la ligadura de las trompas de Falopio en ellas y de los conductos deferentes, en ellos). En otras palabras, todo encuentro genital entre un hombre y una mujer abierto a la vida está acorde con su propia naturaleza, es decir, con su propia dignidad; por el contrario, las relaciones genitales que se realizan con la única finalidad de producirse placer mutuo pervierten el valor del ser humano.

A todo lo dicho, debe sumarse otra idea esencial en la naturaleza humana: Como se había dicho anteriormente, el ser humano tiene un alma inmortal y, por ende, trascendental. Esto quiere decir que la entrega entre un varón y una mujer, para que sea una entrega verdaderamente humana, debería darse en todos los planos en los que se desarrollan esas vidas humanas: el biológico, el afectivo, el emocional y el espiritual. Dicho de otra manera, debería ser una entrega mutua, total, sin condiciones y hasta la muerte. Sólo en este marco se entiende la cópula genital como la expresión máxima de un amor humano auténtico: el ápice de esa misma entrega. En consecuencia, las relaciones genitales que no se dan dentro de este marco que se acaba de describir carecen de las características fundamentales para considerarlas amor auténtico, verdaderas entregas humanas. Y esto es, precisamente, lo que está destruyendo el criterio aducido al comienzo del artículo: que los jóvenes de 18 años ya son adultos y pueden hacer lo que quieran con su genitalidad: llegan después al matrimonio —si es que se casan— con el cuerpo marchito y el alma desencantada. Esto explica el altísimo índice de fracasos matrimoniales, de divorcios y de tanto dolor para los hijos concebidos que, sin haber recibido un ejemplo totalmente humano de la relaciones sexuales y genitales, serán incapaces de construir una vida conyugal feliz y, mucho menos, una vida familiar luminosa, apacible y alegre —como debería ser—, que salvaguarde la estabilidad emocional de los hijos y propicie la madurez de sus afectos.

Decía Mahatma Gandhi que el ser humano es el único que puede hacer y, sobre todo, cumplir promesas y votos. Por esto y todo lo anteriormente dicho, siempre se ha recomendado que las relaciones genitales se den dentro del matrimonio, expresión máxima del compromiso que adquieren los contrayentes de luchar por la mutua felicidad, siendo fieles hasta la muerte y dando lo mejor de sí; y esto no lo puede realizar la persona esclavizada por el placer, sin dominio de la voluntad, la que hace verdaderos adultos (no una determinada edad), y única con la que se puede forjar la felicidad auténtica.

Posted in Amor, Educación, La mujer, Matrimonio, Sexualidad | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on ¿Adultos?

-¿No se reduce el ser humano si fundamenta su felicidad solamente en el dinero y las cosas materiales?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on July 23, 2020

Posted in Reflexiones | Tagged: , , | Comments Off on -¿No se reduce el ser humano si fundamenta su felicidad solamente en el dinero y las cosas materiales?

¿Dejar los hijos con los abuelos?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on April 25, 2020

El matrimonio tiene un origen natural, es decir, está establecido en la naturaleza humana, desde que apareció el homo sapiens-sapiens, según lo demostraron los paleoantropólogos, como una promesa de fidelidad entre los 2 componentes de la pareja, con 2 finalidades: que se complementen el uno al otro y para procrear; ambas finalidades deben estar presentes en todo matrimonio: si una pareja se casa, por ejemplo, sólo para complementarse, sin contemplar la posibilidad de tener hijos, estaría yendo en contra de la esencia, la naturaleza, la sustancia misma del matrimonio, que tiene también la finalidad de procrear; y eso iría en contra de la pareja, pues todo lo que no siga su curso natural se daña y hasta se destruye, tal y como ocurriría si, por ejemplo, plantáramos una mata al revés: enterrando el tallo, las ramas y las hojas, y dejando por fuera las raíces: no cumpliría así su fin. Lo mismo ocurre en la especie humana: el ser humano lesiona su esencia si atenta contra su natural finalidad individual, contra su natural finalidad conyugal o contra su natural finalidad familiar; y, como consecuencia, no alcanzará su realización, la plenitud de vida: su felicidad.

Jamás se realizaría una mujer, por ejemplo, si llena todas sus expectativas profesionales y económicas, dejando de lado su grave responsabilidad como madre y esposa; y lo mismo ocurre con un hombre casado y con hijos que haga lo mismo: nunca serán felices. Ni harán felices a sus hijos.

Otro aspecto que se debe tener en cuenta es que, en la especie humana, procrear no significa dar la vida y desentenderse del hijo: él requiere de todos los medios para crecer y desarrollarse, tanto en el plano físico, como en el psicológico (afectos, emociones) y en el espiritual (su trascendencia). Por esto, no está en consonancia con la esencia de la procreación el dejarle los hijos a los abuelos, para que los cuiden, alimenten, eduquen, etc.: todo esto es responsabilidad exclusiva de los padres que, por circunstancias especiales, podrían apoyarse en los abuelos en cortos períodos de tiempo, para luego retomar sus obligaciones como padres. Siempre que se pueda y la circunstancia sea pasajera, los abuelos deben ayudar a su hijo y cónyuge, cuidando a sus nietos durante un tiempo: eso es amor. Pero cuando los abuelos aceptan la responsabilidad, le están haciendo un daño muy grave a los padres, que no se podrán realizar ni se felices.

Es por esto que, antes de tener hijos, los padres responsables sopesan los pro y los contra, de modo que sepan si van a poder cumplir cabalmente con su responsabilidad: la palabra responsabilidad viene de: “respondere”, o sea: responder a un acto libre y voluntario: si libremente se tiene un hijo, se le debe dar todo lo que necesita para desarrollarse sano y sin taras que luego requerirían de tratamientos psicoafectivos o psicoemocionales, como ocurre siempre en los casos en los que uno de los padres o ambos están ausentes o incumplen sus obligaciones.

Posted in Educación, Matrimonio, Saber vivir | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on ¿Dejar los hijos con los abuelos?

El dinero de los esposos

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on March 21, 2018

 

Antes de que se estableciera el matrimonio como la ceremonia que conocemos, la entrega de una pareja de adultos entre los primeros seres humanos, consistía en un tácito acuerdo de fidelidad absoluta. Así, por ejemplo, en una entrevista, el doctor Terrence Deacon (paleoantropólogo) explica, hablando de las características propias del Homo Sapiens:

“Creo que el problema que se plantea […] es el de encontrar medios para establecer conductas sociales predecibles, concretamente en torno a la sexualidad: conductas socialmente aceptadas en cuanto a la inclusión o a la exclusión de las relaciones sexuales. Unas relaciones así establecidas no son meros apareamientos; en cierto sentido son promesas. Son mensajes acerca de un futuro posible, acerca de lo que debe o no debe suceder […]. Creo que el primer contexto en el que evoluciona la representación simbólica es algo así como un ritual de boda, la determinación pública y social de ciertas obligaciones sexuales y exclusiones reproductivas.” (“Hombre mono”, Rod Caird: entrevista a Terrence Deacon, neurobiólogo de la universidad de Boston, agosto de 1993)

Asimismo, desde sus inicios, ese acuerdo implicaba la entrega mutua, total, sin condiciones e irreversible de sus seres: el uno se da al otro totalmente y para siempre.

Junto con otras, ambas características, según este y otros paleoantropólogos, definen al ser humano y lo diferencian de las otras especies.

El matrimonio de hoy es ese ritual —ya explícito— en que dos seres humanos de distinto sexo se comprometen ante la sociedad toda (y ante un Dios, entre los creyentes) a amarse, entregándose no solo todas sus pertenencias, sino también y principalmente ellos mismos: sus mismos seres, para el enriquecimiento del otro; una donación total que se hace con la única finalidad de construir un nosotros, en el que siguen su camino —ahora juntos— para alcanzar la plenitud de la felicidad en el plano afectivo.

Pero esa entrega total implica que se dé en los 3 planos en los que se mueve el ser humano: el biológico (sus cuerpos), el psicológico (afectos, emociones) y el espiritual (lo hacen para siempre). Pretenden así llegar a la realización personal en el plano afectivo, y a la felicidad personal y de pareja. Y, como consecuencia natural de esa entrega total, se da la procreación (si no hay impedimento de salud), evidencia sublime de ese amor, de esa entrega.

Es en este contexto en donde se entienden mejor esas exclusiones sexuales de por vida que se dan en los seres humanos, desde sus comienzos, y que tanto los distinguen de las demás especies: había una promesa implícita de vivir en adelante el uno para el otro, con todo su ser.

En esta entrega total, con todas las connotaciones descritas, es totalmente incomprensible la conducta tan arraigada hoy entre la parejas: que cada uno maneje su propio dinero, y que cada uno se encargue de determinados gastos del hogar; o  el que haya esposos varones que manejan esos gastos, sin permitir que sus esposas (aquellas que no tienen ingresos) intervengan. Peor aún es el caso de quienes le dan una mesada a sus esposas o que ni siquiera hacen eso: nunca les dan nada. La incongruencia es total: en una relación auténticamente humana se supone que entregan todos sus seres el uno al otro, ¿y se reservan el dinero?

Ese actuar está muy por debajo de la entrega que debería darse ente dos individuos y desdice de su dignidad. Lo humano es que los ingresos sean manejados por ambos.

Lo peor de esta conducta es que los esposos se van acostumbrando a esa idea de no compartirlo todo: comienzan por el dinero y las cosas materiales y terminan aislándose afectivamente cada día más. Y los hijos observan ese comportamiento tan poco humano, con lo que se presagia también en ellos la infelicidad conyugal que aprendieron de sus padres.

 

Posted in Matrimonio | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on El dinero de los esposos

Antes de ser padres y madres

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on March 13, 2017

Todos los educadores son unánimes al respecto: se nota cuando los estudiantes tienen papás, tanto en el rendimiento académico como en el comportamiento.

Y así es, efectivamente: los educandos que sobresalen en las notas y quienes mejores relaciones tienen con sus compañeros y profesores son aquellos que son los que recibieron cariño, atención.

Antes de que aflore la prepubertad, hacia los doce años de edad, todo niño requiere una dosis de atención, cuidado, esmero por parte de sus padres. Y la única medida que tienen para ello es el tiempo que se les dedica.

Ser padres no solo implica procrear, generar una nueva vida, sino darle a ese nuevo ser todo lo necesario para su desarrollo integral: biológico, emocional, moral, espiritual, relacional, afectivo, laboral, cultural, social, lúdico…

Todo esto deben evaluar quienes deseen ser padres antes de dar este paso tan importante: ¿Tendré tiempo suficiente para estar al lado de mi hijo/a hasta que se haga hombre/mujer? ¿Tendré la capacidad de estar a su lado hasta que sea capaz, por sí mismo/a, de acometer todos los desafíos de su vida? ¿Seré capaz de anteponer mi paternidad/maternidad a otras metas personales?…

También las estadísticas afirman que quienes crecieron sin ese apoyo, sin esa ayuda, no solamente no logran su estabilidad en lo emocional y en lo afectivo, sino que desarrollan mucha falencias que los incapacitan para muchas tareas, ¡especialmente para ser padres!, con lo que se perpetúa el problema por generaciones.

La tarea más importante del ser humano es el legado que dejará en la sociedad; y aunque ese legado pueden ser logros profesionales que ayuden a la especie humana, el mayor de todos es dejar nuevos individuos sanos y aptos para aportar lo necesario para la instauración de una vida humana más digna en este mundo: hijos que no tienen problemas emocionales ni afectivos.

Así, pues, antes de ser padres o madres, debemos preguntarnos si lo único que buscamos es llenar un capricho personal egoísta o si queremos dar a esos hijos la mayor estabilidad psicológica posible y los medios necesarios para que se forjen su propia felicidad.

 

Posted in Educación, Matrimonio | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on Antes de ser padres y madres

“TIPS” para la educación de los hijos

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on November 2, 2016

Los siguientes son unos consejos puntuales que resumen casi todo lo que de actitud debe tener un padre o madre, para educar adecuadamente a sus hijos

• Castiga POR amor (no por rabia u otra razón) y CON amor (no con rabia o con otra emoción)

• Explica siempre por qué castigas
• Nunca grites ni levantes la voz; que tus hijos noten tanto tu serenidad como tu seguridad: suavidad y hasta dulzura en las palabras, junto con una decisión irrevocable
• Una vez establecido un castigo, no te retractes: jamás dejes de cumplirlo

• Nunca amenaces; actúa

• Verifica una y otra vez que tus órdenes se cumplan: no te distraigas: si ordenaste no correr, por ejemplo, fíjate si después de unos minutos ya no te están obedeciendo, para poner remedio de inmediato

• Cuando se han puesto todos los anteriores medios y no se consiguen resultados, apriétale el antebrazo a tu hijo (sin torcerlo) -y mirándolo fijamente a los ojos- repréndelo con voz firme y suave (sin levantar la voz)

• Si un padre decide algo, el otro debe hacerlo respetar (no importa si está de acuerdo o no)

_________________________________________________________________________________________

LEE ESTO TODOS LOS DÍAS, MEDÍTALO, PONLO EN PRÁCTICA, REVISA DIARAIAMENTE CÓMO ESTÁS CUMPLIENDO CADA CONSEJO, CORRÍGETE AL DÍA SIGUIENTE…

TERMINARÁS GANANDO AUTORIDAD, VIVIRÁS EN UN HOGAR LLENO DE PAZ Y, SOBRE TODO, ¡HARÁS FELICES A TUS HIJOS!

Posted in Educación | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on “TIPS” para la educación de los hijos

La inconsciencia

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on October 19, 2015

DestinoEl ser humano tiene la facultad de preguntarse acerca de su origen, su destino y la razón de su existencia. Esto lo hace único y superior a todas las especies. Por esto, la humanidad ha producido miles de pensamientos y pensadores, todos tratando de resolver estos interrogantes.

No es necesario ser filósofo para descubrir que, ya no miles sino millones de personas viven su existencia indiferentes ante esas inquietudes. Y esto no es coherente.

Alguien afirmó jocosa y sarcásticamente alguna vez que el ser humano, como las plantas y los animales, simplemente nace, crece, se reproduce y muere. A veces esta sentencia no parece tan disparatada: si se le pregunta a un joven cuál es la razón de ser de su existencia, cuál es su misión en este mundo, de dónde vino y para dónde va, es muy posible que no tenga respuestas. Pero teniendo en cuenta que la juventud es la etapa de la vida en la que nacen esas preguntas, está claro que no se le pueden exigir.

Lo que sí sorprende es que tampoco los adultos ni los viejos suelen tener respuestas… En algún momento de su existencia, el joven inquieto por estos cuestionamientos deja de hacérselos. ¿Por qué?

En la mayoría de los casos, las respuestas a esas preguntas quedan ahogadas por las circunstancias de la vida moderna: el estudio universitario, el noviazgo y el matrimonio, los afanes económicos, profesionales, laborales, las exigencias sociales y culturales, y hasta por el poco tiempo que deja hoy la tecnología…

Es difícil admitir que el ser humano contemporáneo vive tan agobiado por el hacer que se olvidó del ser. Y esto es dramático: ¡No sabe qué es él ni por qué vive, pero sí se ocupa en miles de actividades, como si supiera por qué y para qué hace todo eso!

La masa humana, aunque acepta teóricamente la posibilidad de su felicidad —la llama: realización personal— y la busca cotidianamente, no cree en ella.

La verdad es que la especie humana tiene tácita, colectiva e inconscientemente determinado que su finalidad es simplemente el bienestar. Esta es su máxima aspiración. Para la mayoría, el concepto de felicidad es tan pobre que se reduce a eso: un bienestar principalmente físico y, si se pudiera, ojalá también psicológico. “Si se pudiera…”, lo dice desesperanzado…

La pregunta obvia es: ¿Cómo puede realizarse un ser que no conoce su propia identidad, su valor, su esencia, su propósito, el objetivo de su existencia?

Y la respuesta también es elemental: No puede.

¡Qué triste es ver por el mundo, más que seres humanos, entes buscadores de placer y de poseer, maquinitas para producir, sujetos anhelantes de fama y de poder, esclavos de la sociedad de consumo y de los medios de comunicación, que los hacen pensar y desear lo que ellos venden!…

Podemos preguntar si eso es vida, vida humana… Y se nos responderá que la mayoría de los seres humanos no viven sus vidas, no tienen control sobre ellas: son autómatas dominados por lo que los rodea; no son libres. La vida que llevan vive por ellos. Están como muertos, aunque parezcan vivos; y a eso se lo denomina zombis.

 

Posted in Reflexiones | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on La inconsciencia

Crisis de madres

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on June 1, 2015

Madres, crisisLa característica que más nos diferencia de los animales, más allá de la inteligencia y de la facultad de decidir —la voluntad—, es nuestra capacidad de amar, de amar hasta el extremo de olvidarnos de nosotros mismos por alcanzar el bien de quien amamos.

El amor maternal es el que mejor lo puede expresar: una mamá es capaz de dejarse matar por su hijo. No así los animales: las madres animales defienden su cría de los predadores solamente hasta cuando deben escoger cuál vida salvar, y optan entonces por abandonar a su cría y salvarse.

El ser humano puede definirse, por lo tanto, como aquel ser vivo que ama. Quiere decir esto que nuestra esencia radica en el amor.

Es por eso que lo que más nos realiza como seres humanos es amar y ser amados y, en consecuencia, lo que más daño nos hace es no amar ni ser amados.

De esta verdad se deriva que la mayoría de los problemas afectivos y emocionales del hombre se forjan en su etapa de formación más tempana, la infancia o niñez, que es la fase de desarrollo comprendida entre el nacimiento y la prepubertad (hacia los doce años de edad), pues todo ser humano requiere en esa época de una dosis de amor suficiente, para ser estable en ambos aspectos de su vida: el afectivo y el emocional.

Si un individuo recibe bajos niveles de nutrición en esta etapa de desarrollo presentará un índice de crecimiento biológico menor y quedará más propenso a determinadas enfermedades. Asimismo, si durante esos años una persona recibe una dosis de amor inferior a la que se requiere, no solamente sufrirá esa carencia sin poder entenderla, sino que, por no tener las herramientas necesarias para solucionarla, ocultarla, disimularla o, al menos, tratar de vivir sin que le produzca muchos daños, esa carencia afectiva derivará en una incapacidad para dar y darse en una entrega recíproca de amor, pues en las relaciones que tenga como joven y adulto sólo buscará suplir de alguna manera lo que no recibió en la infancia.

Por eso, hay individuos que buscan denodadamente a alguna persona a quién reclamarle el amor que tanto les faltó —y les falta—, depositando en ella todos sus afectos de manera enfermiza, posesiva y siempre psicodependiente, mientras que otros tratarán de abstraerse del amor por todos los medios, para no tener que sufrir nunca… Esto, como se vio más arriba, impedirá que la persona pueda realizarse y ser feliz.

Además de la disfunción en las relaciones interpersonales que todos estos individuos presentan, también adolecen de inestabilidades emocionales, que los harán más proclives que otros a sufrir muchas patologías psicológicas, como estrés, ansiedad, angustia, depresión, agresividad o cobardías y pusilanimidades, etc.

Durante la mencionada etapa de la infancia, por la precariedad de sus juicios y criterios, el niño no tiene otra medida para evaluar el amor que el tiempo que se le dedica:

—Mi mamá no tiene tiempo para mí; eso quiere decir que no me ama.

Quizás algunos —más creciditos— sean capaces de deducir:

—A mi mamá le interesa más el trabajo que estar conmigo; por lo tanto ama más su trabajo que a mí.

Es verdad que siempre se ha presentado el caso de parejas de esposos que, por sus escasos ingresos y para cubrir las necesidades básicas suyas y de sus hijos, ambos deben trabajar. Pero en los tiempos modernos muchas mamás están también ausentes en las vidas de sus hijos: unas porque desean “realizarse” como profesionales; otras, porque creen que es más importante forjarles a sus hijos un futuro económico estable que un futuro psicoafectivo y psicoemocional estable.

“Todos esos son criterios retrógrados”, afirman algunos pero, por desprenderse de la esencia del ser humano, son perennes e inmutables.

Basado en ellos, el lector decidirá si tiene hijos y, en caso afirmativo, cuántos.

El lector decidirá así el futuro de la humanidad: Hombres y mujeres sanos o enfermos; felices o desdichados.

Posted in Educación, La mujer | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on Crisis de madres

¿Opinar sobre la felicidad?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on August 1, 2014

 

Cada vez que observamos una circunstancia o un comportamiento humano, inmediatamente nos formamos un juicio interior sobre ello; y a veces —quizá con mucha frecuencia— hasta lo manifestamos.

Pero, ¿qué tan acertado es ese juicio?

En el caso de una persona, por ejemplo, ¿cuánto sabemos acerca de las circunstancias que se rodeaba? ¿Conocemos su historia?, ¿entendemos cómo la afectó su vida familiar en su infancia para actuar como lo hizo?…

Es conocidísimo el ejemplo que pusiera Steven Cobie en uno de sus best seller: el caso de una señora que, enojada con un hombre que mantenía los ojos en el piso y no controlaba a los bulliciosos niños con los que se subió al metro, lo reprendió con dureza. El señor la miró un instante, bajó los ojos de nuevo y dijo: “Sí, señora; tiene razón… Supongo que están así porque no saben cómo reaccionar… Acaban de perder a su madre…”

¡Pocas veces nos percatamos de haber hecho un juicio falso o por lo menos desacertado, al verificar que fueron otros los motivos los que movieron a la persona a actuar o hablar de determinada manera!: a veces un gesto de dolor lo interpretamos como agresión; un silencio como cobardía o algún cargo de conciencia; una sonrisa como una burla…

¿No es verdad que acostumbramos a lanzar juicios sobre personas que desconocemos o cuyos motivos de obrar ignoramos? Nos atrevemos a juzgar lo que no alcanzamos ni comprendemos completamente, lo que no penetramos.

Decimos lo que creemos, pensamos, opinamos, ¡juzgamos!

Y, si eso ocurre con una sola persona, ¿qué podremos decir en las discusiones entre dos? La ignorancia se multiplica por dos y el margen de error también.

 

Eso mismo hacemos con las instituciones: sin averiguar minuciosamente qué razones las llevan a tomar algunas determinaciones, con una facilidad asombrosa somos capaces de emitir opiniones sobre sus decisiones. Dictaminamos, sentenciamos, damos veredictos, basados casi siempre en nuestra ignorancia sobre el tema.

¿No es eso lo que ocurre cuando criticamos una decisión gubernamental, sin haber asistido a los debates previos con base en los cuales la produjeron? Un ejemplo más pequeño es el del conductor de automóvil que se queja de una restricción en un cruce, sin conocer las estadísticas de accidentes que instaron a la autoridad correspondiente a prohibirlo (esto no quiere decir que las autoridades siempre acierten; por eso mismo es necesario estudiar cada caso con profundidad).

Antes de juzgar, pues, es necesario saber.

¿Qué opinión puede dar, por ejemplo, un ingeniero civil en una junta médica que dirime lo que se le debe hacer a un enfermo de gravedad? O al revés: ¿Qué puede aportar un médico para realizar un cálculo de estructuras para un gran edificio?

Que cada cual opine en lo que sabe.

 

Además de todo esto, hay tres temas en los que la mayoría de las personas cree que puede opinar sin tener conocimiento suficiente. Y son los más controversiales: la ética, la felicidad y la fe.

Estos temas, que son los más investigados en la historia de la humanidad —hay una mole inmensa de investigaciones científicas serias—, son los que deberían estudiar previamente quienes desean discutirlos; pero precisamente son estas las investigaciones que menos se leen: la mayoría de los hombres opinan sobre la ética, la felicidad y la fe —tan estrechamente relacionados entre sí— basados únicamente en criterios subjetivos.

Como se deduce, argüir sin este conocimiento previo no produce utilidad alguna y, con más frecuencia de la que quisiéramos, la discusión termina produciendo acaloramientos fastidiosos y, a veces, hasta agresiones personales infantiles.

Y si no tenemos tiempo para estudiar, ¿no sería prudente dejarnos enseñar de quienes en la práctica están logrando la felicidad o ya la consiguieron?

 

Posted in Saber vivir | Tagged: , , , , , , , | Comments Off on ¿Opinar sobre la felicidad?

El dolor humano

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on June 1, 2014

Para sacarle mucho jugo a un limón es necesario arrancarlo de la rama, magullarlo, cortarlo y exprimirlo, y mientras más se exprima, más jugo se le saca. El limón, en el árbol, se veía hermoso, pero no servía para nada. Tuvo que ser destruido para ser útil.

Una cebra en la estepa también se ve bella; pero, aparte de abonar la tierra con sus excrementos, no sirve para nada. Se hará verdaderamente útil en el momento en que es triturada por las dentelladas de las leonas, sirviéndoles de alimento.

Un ser humano puede vivir sólo unos pocos días bebiendo únicamente agua mineral: pero es necesario que mate seres vivos —vegetales y/o animales— para alimentarse. Ellos deben morir para que otros vivan. Así son los seres vivos: la muerte al servicio de la vida.

Hoy, el ser humano ya no sirve de alimento a las fieras sino en muy contadas ocasiones. En cambio, todos los logros le exigen un poco de dolor: con contadas excepciones, las madres paren con dolor y ¡qué alegría tan grande la que sienten!; los muchachos tienen que pasar por el jardín infantil, el colegio y la universidad para ser profesionales y, ¡cuántos sacrificios hacen en esos 19 años!, si es que no hacen posgrado; los grandes científicos logran sus anhelados avances tras noches y noches de trabajo e insomnio… en fin, los ideales no se logran sin sacrificios.

Y, ¿por qué en la naturaleza existe esa ley?

Es que cada acto de amor a otro extirpa de mí un poco de mi egoísmo o, por lo menos, de mi egocentrismo. Esta pequeña violencia que me hago al olvidar mi satisfacción personal por darle gusto a un ser querido hace morir un poco mi egoísmo, y no me importa, puesto que estoy enamorado.

Ese “morir un poco mi egoísmo” es la señal más clara del amor verdadero: pienso más en quien amo que en mí, más en su bienestar que en el mío, más en su felicidad que en la mía… Y —¡qué paradoja!— así me hago feliz.

En la medida en que tenga más amor, más deseos de servir al otro, más deseos de su felicidad, me sacrifico más por él. Basta ver el amor de una madre, y hacer memoria de la cantidad ingente de sacrificios que hace por un hijo.

Pero le tenemos miedo al dolor, huimos de él… como en una fuga de lo natural.

Es necesario que nos expriman (como al limón) para que produzcamos fruto: el científico que no se trasnocha, que no se “quema las pestañas” frente a un microscopio y a sus estadísticas no descubre las vacunas que han salvado tantas vidas, el atleta que no entrena hasta el dolor muscular no llega a la “final”…

Es necesario que trituren (como a la cebra) nuestro yo, para que aparezca el : si cada esposo va tras la felicidad del otro, fácilmente se olvidará de sí, de su egoísmo y hasta de sus metas nobles… ¡Y será feliz! Y enseñará a amar: sus hijos verán ese ejemplo de vida y se sentirán impulsados a seguirlo.

Es el dolor de cada día la que nos enseña providencialmente en qué podemos mejorar.

Es el dolor de cada día el que nos muestra, a veces, nuestros errores, para que rectifiquemos el camino.

Es el dolor de cada día el que nos agranda el corazón para comprender mejor a los demás.

Es el dolor de cada día el que hace que en los que ven nuestro sufrimiento se despierten sentimientos de compasión que, de otro modo, nunca se desarrollarían.

Si supiéramos qué tan bueno es el dolor, se irían de nuestro lado el desasosiego, la tristeza, el estrés, la angustia, la depresión, etcétera.

Todo, aun lo que parece negativo, es para nuestro bien. Esta es la verdadera sabiduría: que los padres, a veces, deben permitir que sus hijos sufran para que aprendan a vivir.

Posted in Reflexiones | Tagged: , , , , , , | Comments Off on El dolor humano

La enfermedad del III milenio

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on February 16, 2014

 

¿Tiene la vida algún sentido? ¿Por qué existe la enfermedad? ¿Qué explicación hay para el sufrimiento humano? ¿Por qué nacen algunos en hogares ricos y otros son tan pobres? ¿Dónde se encuentra la felicidad auténtica? ¿Qué pasa después de la muerte? ¿Existe Dios? ¿Existe la suerte… o el destino? ¿Por qué sufrimos estrés? ¿En qué consiste el amor?…

Por supuesto: hay muchas preguntas más. Pero la más importante es: ¿Puede ser feliz un ser humano sin resolver estas inquietudes?

Y tú, ¿ya contestaste estas y tantas preguntas que nacen durante la adolescencia? ¿O las muchas ocupaciones de la vida —estudios, trabajo, amistades, noviazgo, matrimonio, cónyuge, hijos, etc.—, hicieron que te olvidaras de buscar el sentido de tu existencia?

Tal vez lo que hiciste fue elegir creer en lo que subjetivamente te pareció más factible, sin el menor estudio… Así decidiste en qué dios creer, qué te puede dar más felicidad, qué es lo correcto, con quién casarte, si tener hijos o no, qué estudiar, etc.

Y quizá las circunstancias, sin preguntarte siquiera, dispusieron en qué empresa debías trabajar, cuánto ganar, dónde vivir, con quién…

Efectivamente, ahora que comenzó el tercer milenio, los seres humanos —que llevan cerca de doscientos mil años sobre la tierra— nunca habían vivido más inconscientes:

No solamente ignoran su esencia sino que toman las decisiones más importantes de su vida sin criterios seguros, obviamente porque una cosa lleva a la otra: si ni siquiera sé quién soy, qué soy, ¿cómo voy a saber lo que me hará feliz? Si no conozco mi dignidad, mi valor como ser humano, ¿cómo voy a dimensionar si los actos que realizo me procurarán el verdadero bienestar?

Y lo que es peor: al no tener una norma objetiva para la toma de decisiones, la mayoría de los habitantes de este globo terráqueo usan el primer criterio subjetivo que les viene a la mente:

  • unos se entregan por completo a divertirse y procurarse los mayores placeres, reduciéndose así a una especie de máquinas de autocomplacencia;

  • otros dedican todos su esfuerzos a ganar dinero y poder, esclavizados por el deseo de tener, en el que fundamentan todas sus seguridades, sin pensar siquiera qué harán cuando les llegue a faltar;

  • algunos encaminan sus vidas a sobresalir en el campo profesional, a lucirse en cualquier arte o con la apariencia, pensado así atraer las miradas y la admiración de los demás, demostrando con esto lo vacíos que se sienten por dentro;

  • hay quienes a lo único que aspiran es a no padecer dolores y sufrimientos, convirtiéndose así en seres pusilánimes (incapaces de emprender cualquier ideal), cobardes y apocados, siempre tristes…

Y son todos estos quienes deciden casarse por infinidad de razones distintas al amor auténtico, único criterio que asegura la felicidad conyugal perenne; y también de estos grupos es de donde salen esas personas que eligen la vida religiosa o sacerdotal por capricho, para esconderse, por seguridad económica, comodidad…, por cualquier razón diferente al amor a Dios…

No tienen ideales algunos, fuera de sus mezquinos egoísmos.

Son los que uno les pregunta por qué salen a estudiar o a trabajar, y contestan un par de palabras que denotan su esclavitud, su falta de libertad: “Porque toca”.

Suelen ser mediocres en sus vidas, en sus labores, en sus relaciones… ¡Ni siquiera se les ocurre dejar un legado en este mundo!…

No parecen seres humanos vivos, parecen zombis (muertos que parecen vivos), porque en realidad no están vivos: vivir es tener una razón para hacerlo; sobrevivir es apenas mantenerse vivo. Los animales, por ejemplo, simplemente sobreviven.

Para agravar su desgracia, precisamente porque no perciben el gran valor que tienen como personas humanas, piensan y actúan en contra de su propia naturaleza, de su propia dignidad:

  • usan la sexualidad, no para donarse y enriquecerse mutuamente y abiertos a la procreación como expresión natural del amor verdadero, sino para usarse el uno al otro en un utilitarismo degradante, que hace del otro un simple objeto de placer sexual, no una persona con valores y sentimientos que desea ser respetada y amada, facilitando la promiscuidad vil, cada vez más pare3cida a la conducta animal;

  • con este mismo criterio sobre la vida sexual, inducen a la infidelidad, que cae sobre el otro, con toda su carga de frustración y dolor, y que deja secuelas psicológicas graves en sus hijos, casi imposibles de superar sin ayuda profesional especializada (se llegan a propiciar, como si fueran naturales, orgías sexuales en las que mezclan los cónyuges de dos o más parejas);

  • defienden la idea de que la homosexualidad es simplemente una opción —a pesar de ser antifisiológica y contraria a la anatomía natural—, y hasta exigen el “derecho” de las parejas homosexuales a adoptar hijos, olvidándose del natural derecho del niño a tener un padre y una madre;

  • llegan a defender el homicidio de personas humanas en el vientre materno, sin tener en cuenta los conocimientos científicos —genéticos y embriológicos— que demuestran lo que el sentido común ya sabía: que la vida comienza con la concepción y que, por ser humana, merece el mismo respeto que la de un adulto…

Se podría seguir indefinidamente mostrando qué tan ruin puede llegar a ser el individuo por este camino.

En fin, basados en la falacia de que “todo lo moderno es mejor”, promueven todos esos errores contrarios a su propia esencia, como si fueran aciertos, sin darse cuenta que jamás los llevarán —ni a ellos ni a quienes intentan persuadir— por los caminos de la felicidad, pues tanto cuando se vulnera el derecho a la vida como cuando se viola la entraña misma de su dignidad, aparecen tal corrupción y tal perversión, que la vida se deshumaniza y esclaviza.

En cambio, quienes son coherentes, es decir, quienes saben que sus actos no deben ir en contra de su propia naturaleza, se esfuerzan en conocer esa naturaleza profundamente y ejecutan cada una de sus acciones en concordancia con ella.

Con esta libertad de pensamiento y de acción (ya no se dejan guiar por el error), sin permitir que el acaso o las circunstancias decidan por ellos, eligen acertadamente entre las diferentes opciones y descubren que hay una razón para su existencia en este mundo, que tienen una misión y que cumpliéndola se realizarán como verdaderos seres humanos, dirigiendo sus vidas hacia la auténtica felicidad.

Posted in Saber vivir | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on La enfermedad del III milenio

¿Vivir o sobrevivir?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on June 3, 2012

 

Una investigación reciente mostró que un poco menos del 2% de los seres humanos es feliz y, cosa sorprendente, casi nadie se quiere morir.

¿Por qué sucede esto?

Los argumentos para responder esta pregunta pueden ser muchos, pero solo uno es acertado: al ser humano, por difícil que sea su situación, siempre le queda la esperanza. Esperanza de que la situación mejore por sí sola o por poder solucionarla. Los humanos somos de tal índole que siempre, aun cuando todas las puertas parezcan cerradas, persistimos en buscar una nueva salida.

Y siempre está latente en nuestro corazón la esperanza de hallar el camino para encontrar la felicidad.

Hay tantos hombres y mujeres que no comprenden para qué viven, por qué se levantan todos los días, para qué trabajan, por qué luchan y se afanan, por qué buscan divertirse con tanta ansiedad, por qué se frustran con tanta facilidad, por qué se deprimen tanto, por qué viven con estrés…

La mayoría de los hombres no viven la vida: solamente sobreviven.

Y lo hacen en un mundo que los induce a pensar que es más importante tener que ser; que es más valiosa la imagen que la dignidad del ser humano; que sobre el bien común domina siempre el particular; que aunque el mundo se autodestruya poco a poco, lo que interesa es disfrutar; que no le incumbe a esta generación la suerte de las venideras…

La puerta que se debe abrir para hallar las respuestas a las inquietudes más profundas del ser humano es la legítima sabiduría, la vía segura para arribar a la verdadera e imperecedera felicidad: ¿De dónde vengo? ¿Para dónde voy? ¿Qué vine a hacer en esta vida?…

Contestar estas preguntas es ineludible para eliminar una de las principales causas del estrés moderno, tan arraigado en esta sociedad consumista…., ¡y a punto de ser consumida por sí misma!

Y ese será el comienzo del camino del auténtico vivir, que está muy por encima del simple sobrevivir.

 

Posted in Saber vivir | Tagged: , , , , , , | Comments Off on ¿Vivir o sobrevivir?

Los ‘Idols’

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on March 21, 2011

 

En un colegio femenino se citó a los padres de familia para que asistieran a una conferencia sobre la educación sexual de las niñas de bachillerato. Allí se les hablaría de la felicidad conyugal de sus hijas y se les darían pautas para ayudarlas a lograrla, basados en unas encuestas que se les hicieron con anterioridad.

Fue una conferencia muy útil y, por supuesto, muy importante: las estadísticas muestran que, de cada cinco matrimonios, dos se separan en menos de un año y los otros tres consiguen un promedio de duración de cinco a siete años.

Si se tienen en cuenta las investigaciones más recientes en donde se muestran las consecuencias que esto acarrea en los hijos en los planos psicoafectivo y psicoemocional, era de esperarse que todos los padres de familia asistieran.

Pero solo llegaron a la conferencia ocho parejas.

Quince días después se citó a los padres de familia a una presentación en la que las hijas mostrarían sus dotes artísticas, con bailes, cantos y tocando instrumentos musicales. El auditorio no dio abasto: casi novecientas personas asistieron.

El «tiempo» que dijeron no tener para invertir en el bienestar integral de sus hijas ya no fue obstáculo esta vez.

¿Qué indica todo esto? ¿Qué piensan hoy los padres? ¿Predomina el arte sobre la felicidad conyugal y familiar de sus hijas y nietos? ¿Acaso es más importante que los abuelos y tíos de las niñas admiren sus cualidades artísticas…? ¿Es el mundo de hoy tan superficial que los valores que fundamentan una vida feliz y digna, un hogar, una familia, estén postergados?…

Eso mismo está sucediendo con los concursos «Idols»: más de cien mil jóvenes acuden en masa a la cita, muchas desde dos días antes, a la intemperie. Los llantos y la decepción aparecen en la mayoría de ellos: fueron eliminados, como lo serán todas, menos diez.

Según ellos, ganarán la felicidad misma: giras, aplausos, ovaciones, premios, admiración… Y, si no han recibido la educación para ser seres humanos dignos, mujeres y hombres de bien, esposas y esposos felices, madres y padres, se sumarán a la larguísima lista de mujeres y hombres infelices y decepcionados, que no sabrán cómo evitarles eso mismo a sus hijas e hijos…

 

 

 

 

 

Posted in Educación | Tagged: , , , , | Comments Off on Los ‘Idols’

¿Es posible la felicidad?

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on February 6, 2010

El principal error que se comete al tratar de contestar esta pregunta radica en que suelen confundirse los vocablos “felicidad” y “alegría”. El Diccionario de la lengua española define la alegría como “Sentimiento grato y vivo, producido por algún motivo de gozo placentero o a veces sin causa determinada, que se manifiesta por lo común con signos exteriores”, significado que apunta más a momentos pasajeros.

En cambio, felicidad es el “Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien”.

Para entenderla bien, es necesario, entonces comprender la palabra posesión: “Acto de poseer o tener una cosa con ánimo de conservarla”; es decir, la felicidad se encamina al mantenimiento de ese estado de complacencia en el ánimo.

Pero esos bienes pueden ser variados: materiales (objetos concretos o abstractos, como la salud), psicológicos (afectos, estado del ánimo o de la emotividad, etc.) o espirituales (relación con Dios y Fe).

Entonces la felicidad podría darse en muchos campos: desde la alegría que se produce con la adquisición de un objeto cualquiera, aunque sea muy poco valioso, hasta la que se logra con la utópica consecución de todos los bienes posibles.

 Con esto también se deduce que la verdadera felicidad es la posesión del bien mayor o más importante de todos, como se pasa a describir:

  • En primer lugar, la felicidad no depende del medio ambiente externo del ser: un hombre no está feliz porque no esté lloviendo, no está feliz porque no está enfermo, no está feliz porque no tiene problemas…; su felicidad no depende de esas u otras circunstancias, todas externas.
  • En segundo lugar, la felicidad tampoco depende de lograr o no los anhelos de la vida, porque a veces esos anhelos fueron dados por la cultura en la que se creció o por lo que los medios de comunicación impusieron.

Un ejemplo claro de esto es la televisión, que es la que muchas veces está formando a los niños: les dice que la felicidad se consigue con dinero, porque el placer no se logra sin dinero, sin cosas materiales. Les dice subliminalmente que la fama es uno de los valores más importantes de la vida y que quien la consiga será feliz.

Tener, placer, fama, poder… estereotipos que ciegan al hombre en su afán -velado o no- de felicidad.

La felicidad no viene de afuera, proviene de adentro.

  • En tercer lugar, la felicidad es inmutable: se puede ser feliz aun ante la ausencia de bienes materiales, en presencia de la enfermedad, etc.

Esto se explica al analizar las vidas de mujeres y hombres con mucha fama, con mucho dinero, con mucho poder o que han vivido en la comodidad y el placer: se descubre en muchos de ellos un alto grado de infelicidad. Hay varios ejemplos de suicidios de aquellos a quienes se les ha dado mucho reconocimiento internacional en las artes, la ciencia, la tecnología, la política, etc.

Y —qué paradoja— a veces se encuentran seres que, viviendo en medio de las tragedias más aterradoras, muestran no solo serenidad sino una capacidad grande de aceptación y de sobreponerse a las adversidades con renovado vigor y esperanza…

Es frecuente encontrar muchos que se ocupan más en los demás que en sí mismos. Precisamente en estos últimos se puede descubrir un constante sentimiento de felicidad, actitud que nunca deja indiferentes a quienes los conocen: atraen con su ejemplo e invitan a seguirlo.

 Ahora, ¿cómo hacer brotar la semilla de la felicidad?

1.  Tener una conciencia clara del destino al cual uno está llamado. Y, por lo tanto, buscar vivir en armonía con el Creador, con el cosmos (incluidos los demás) y consigo mismo (armonía interior).

2.  Iniciar un diálogo con Dios (no monólogo), para ir descubriendo la razón de ser de la vida personal: de dónde vengo, para dónde voy y qué vine a hacer en esta tierra.

3.  Contestada esa trascendental pregunta se hace aún más obligado hacer, decir y pensar en consecuencia: que todos los actos, las palabras y los pensamientos tengan el mismo objetivo.

4.  El resultado de vivir estos 3 pasos es una condición estable en la relación personal con Dios, una condición estable en la relación personal con los seres animados e inanimados y una condición interior estable. Así, el estado del ánimo ya no va a depender de las condiciones externas.

5.  Si bien es verdad que el que no busca no encuentra, también es verdad que todo el que busca la felicidad propia será siempre infeliz.

Pero el que la trata de dar la felicidad a los demás se encaminará, sin quererlo directamente, por la senda acertada de la dicha total, inmutable e imperecedera: no hay nada que pueda hacer tan feliz a un ser humano como deshacerse de su propio egoísmo para amar, luchar por la felicidad de los demás, ilusionarse a diario con lograr que otros sean felices…

Esa actitud ha sido patente en quienes lograron la felicidad. Siempre pensando en los demás antes que en ellos mismos, se llenaron indirectamente de lo que ahora llaman “autoestima”: autoestima que nació de saber que podían hacer algo por los demás, autoestima que los hizo tan grandes que hoy hacen la lista más grande de mujeres y hombres felices que hay en el mundo.

6.  Todo lo anterior es simplemente un preámbulo de la única y verdadera felicidad que añora el ser humano: la esperanza de estar algún día en aquel lugar donde estará Dios: todo lo bello, todo lo bondadoso, toda la verdad reunido en un solo ser… Todo el Amor que se nos da para llenarnos de felicidad. Esa no es la pequeña y pobre imagen de felicidad que cada uno tiene: no es una felicidad individual, es la felicidad. Es una felicidad eterna, en un presente continuo, sin ayer y sin mañana, sin antes ni después, un ahora hermoso que no pasa; ¡y es una felicidad que sacia sin saciar!: cuando ya se siente plena, no llena del todo, pues se desea más…

 Quien lo desee puede ser otro de esos, si se lo propone:

  • Que ame y a las alegrías pasajeras de la vida habrá unido una felicidad inconmovible.
  • Que ame y las que llaman tristezas se convertirán en peldaños para llegar a la perfección, en obstáculos sorteables y necesarios para crecer.
  • Que ame y verá que su estado de ánimo permanecerá impasible ante las desgracias más atroces, ante el dolor, ante la muerte…
  • Que ame y será verdaderamente feliz.

Posted in Reflexiones, Saber vivir | Tagged: , , , , , , , , , | Comments Off on ¿Es posible la felicidad?

La infelicidad

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on August 19, 2008

Tras muchos años de investigación científica sobre el estrés, y con la experiencia de atender miles de personas que consultan para encontrar algo de felicidad en sus vidas, se pudo establecer una respuesta a las preguntas más frecuentes sobre la infelicidad:

¿Por qué sufrimos? ¿Cómo aparece la depresión?

¿Por qué discutimos acaloradamente? ¿por qué peleamos? ¿De dónde nace el sentimiento de la envidia? ¿Por qué sentimos odios? ¿Por qué sentimos ira? ¿Qué nos enfurece?

¿Cómo se acaban las amistades? ¿Por qué fracasan los matrimonios, las sociedades…?

¿Cuál es la causa de este estrés moderno que no nos deja?

Y como se dedujo de la investigación, la soberbia es la causa de todos esos males.

El Diccionario de la lengua española define con exactitud esta palabra: «Altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros» y «Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás».

Pero son muchas las formas que toma la soberbia: el orgullo, es decir, arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, a veces disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas; la presunción, es decir, vanagloriarse, tener alto concepto de sí mismo; además, hay otras innumerables figuras de la soberbia, que ocasionan daños a nosotros mismos, a nuestros seres queridos y a los demás seres que pueblan el mundo en que vivimos.

¿Y el remedio? La humildad, que es la virtud del que conoce sus limitaciones y debilidades y obra de acuerdo con este conocimiento.

No se trata de esa humildad de la que hablan a veces, cuando se refieren a quien tiene bajezas (de nacimiento o de otra cualquier especie). Tampoco es sumisión ni rendimiento, como se suele utilizar este vocablo.

Es ser conscientes de nuestra igualdad con todos los demás seres humanos quienes, con otras virtudes y defectos diferentes a los nuestros, luchan por encontrar algo de felicidad en esta vida.

Y esta actitud nos pone frente a los demás como lo que somos, y nos hace verlos como lo que son: seres limitados y necesitados de los demás… ¡Como nosotros!

Sufrimos más que todo porque se nos olvida eso, precisamente: que todos tenemos errores y con esos errores buscamos la felicidad…, y que todo sería más fácil si nos ayudáramos unos a otros.

Por eso discutimos acaloradamente y peleamos, por eso nace el sentimiento de envidia y por eso odiamos.

Por eso se acaban las amistades, los matrimonios…

Ese estrés moderno nos dejará cuando recordemos que todos sufrimos y que todos anhelamos lo mismo.

 

Posted in Saber vivir | Tagged: , , , , , , , , , , , , , , , , , , | Comments Off on La infelicidad

El placer*

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on July 25, 2008

El ser humano es incomprensible, enigmático e indescifrable porque está empastado de ambigüedad, frecuentemente desconcertante. Busca apasionadamente la felicidad y lleva una vida de tensión y de vértigo; desea la paz y vive en la guerra cotidiana; anhela plenitud y se contenta con una felicidad instantánea.

En la sociedad actual se ha suplantado la felicidad por el placer, que se le ha elevado a valor supremo. El placer como fin y meta del hombre cotidiano. El placer se ha convertido en estilo de vida, de propaganda y de negocio, incluso en ética y en cultura. La gran masa vive aquello que decía Nietzsche: ‘La gente tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche’, sin pensar ni proyectar en otra forma de vida diferente.

Sin embargo, cuanto más se busca el placer más se encuentra con la tristeza. No le faltaba la razón a Pascal cuando decía que los que más se divierten son precisamente los que más se aburren.”

 

 

José Antonio Merino

Posted in Saber vivir | Tagged: , , , , , , , | Comments Off on El placer*

El tener hipotecó al ser*

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on June 27, 2008

Se han impuesto la consigna y la voluntad de producir más para consumir más, y consumir más para que la producción no cese, sino que aumente. Tan pronto como se satisfacen unas necesidades, se estimulan y se crean unas nuevas. En la medida en que se satisfacen las necesidades estimuladas se van creando y elevando otras aspiraciones en el propio nivel de vida. Así se impulsan las ansias de bienestar y los deseos de una vida cómoda.

Los nobles esfuerzos humanos por superar la miseria, la pobreza y tantas limitaciones materiales del pasado, se han transformado en una espiral ilimitada de necesidades en los consumidores y de estímulos en los productores y propagandistas. Pero en la escala de la felicidad no siempre están más altos en felicidad los que más tienen y los que más consumen. El malestar del bienestar se ha hecho evidente. Y precisamente entre las clases más habituadas al consumo ha crecido un claro sentimiento de aburrimiento, de hastío y de cansancio vital.

Nos alimentamos de todo sin importarnos mucho de qué. Lo que interesa es tener sensaciones nuevas y estar satisfechos. El consumismo se ha convertido en un estilo de vida, en una aventura frenética y en una sed insaciable de devorar lo que sea: cosas, objetos, personas, valores, libros, tiempo, ideas, imágenes y manías. El hombre de la sociedad desarrollada, hostigado por la propaganda, es un ser que consume cada vez más y con mayor rapidez, pero sin la capacidad de disfrutarlo. Y con el consumo de las cosas y de los objetos, se consume también la propia vida.

Se vive suave y pacíficamente una esclavitud sublimada. Se vive con una conciencia feliz porque los sentidos están satisfechos y los egoísmos saturados.

El consumismo crea una cultura de experiencia sensible inmediata y del disfrute instantáneo y favorece una psicología del “fast food”, del consumo rápido, incidiendo en las relaciones del hombre con las cosas y en la misma manera de interpretarse y valorarse la persona humana. A veces cuando menos es el individuo tanto más necesita tener y demostrar que tiene para tapar y suplir las propias limitaciones y las ausencias personales.

 

José Antonio Merino

Posted in Reflexiones | Tagged: , , , , | Comments Off on El tener hipotecó al ser*

Tres pensamientos sobre la riqueza y la felicidad*

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on June 27, 2008

Si quieres hacer rico a alguien,

no aumentes su fortuna:

disminuye su deseo.

 

Disfruta aquello que tienes,

porque si no eres feliz con poco

no lo serás tampoco con mucho.

 

No dejes que tus posesiones

te posean.

 

 

 

Anónimo

 

 

 

Posted in Reflexiones | Tagged: , | Comments Off on Tres pensamientos sobre la riqueza y la felicidad*

Buscar la felicidad

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on June 27, 2008

Si buscas la felicidad, no la hallarás; búscasela a otro y se habrirá la puerta de tu felicidad

Posted in Reflexiones | Tagged: , , | Comments Off on Buscar la felicidad

La felicidad se duplica*

Posted by Mauricio Rubiano Carreño on June 27, 2008

Dos hombres, ambos seriamente enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital. A uno de ellos se le permitía sentarse en su cama durante una hora cada tarde, para ayudar a drenar los fluidos de sus pulmones. Su cama estaba junto a la única ventana del cuarto. El otro hombre debía permanecer todo el tiempo en su cama tendido sobre su espalda.

 

Los hombres hablaban por horas y horas. Hablaban acerca de sus esposas y familias, de sus hogares, de sus trabajos, su servicio militar, de cuando habían estado de vacaciones… Y cada tarde, el que estaba en la cama cercana a la ventana y podía sentarse, se pasaba el tiempo decribiéndole a su compañero de cuarto las cosas que podía ver desde allí. El hombre de la otra cama, en esos pequeños lapsos de una hora, sentía como si su mundo se agrandara y reviviera por toda la actividad y el calor del mundo exterior.

 

El hombre de la ventana hablaba desde la ventana de un hermoso lago, cisnes, personas nadando y niños jugando con sus pequeños barcos de papel. Jóvenes enamorados caminaban abrazados entre todos los colores del arco iris. Grandes y viejos árboles adornaban el paisaje, y una ligera vista del horizonte en la ciudad podía divisarse. Como describía todo esto con exquisitez de detalle, el hombre de la otra cama podía cerrar sus ojos e imaginar tan pintorescas escenas. Una cálida tarde de verano, el hombre de la ventana le describió un desfile que pasaba por ahí. A pesar de que no podían escuchar a la banda, el otro enfermo podía ver todo en su mente, pues el caballero de la ventana le representaba todo con palabras muy descriptivas.

 

Días y semanas pasaron. Un día, la enfermera de la mañana llegó a la habitación llevando agua para el baño de cada uno de ellos, y descubrió el cuerpo sin vida del hombre de la ventana; había muerto tranquilamente en la noche mientras dormía. Se entristeció mucho y llamó a los dependientes del hospital para sacar el cuerpo.

 

Tan pronto como creyó conveniente, el otro hombre preguntó si podrá ser trasladado cerca de la ventana. La enfermera se puso feliz al realizar el cambio; luego de estar segura de que estaba confortable, lo dejó solo. Lenta y dolorosamente se incorporó apoyado en uno de sus codos para tener su primera visión del mundo exterior. Finalmente iba a tener la dicha de verlo por sí mismo. Se estiró lentamente, giró su cabeza y miró por la ventana. Vio una pared blanca.

 

El hombre preguntó a la enfermera qué pudo haber obligado a su compañero de cuarto a describir cosas tan maravillosas a través de la ventana. La enfermera le contestó que ese hombre había quedado ciego en un accidente. Ella dijo: «Quizá él solamente quería darle ánimo».

Anónimo

Posted in Reflexiones | Tagged: , , | Comments Off on La felicidad se duplica*